Fue, en el capitalino Teatro Gala, un homenaje desde las voces de familiares y amigos a quien, como, expresó Lianys Torres, jefa de la Misión de Cuba en Estados Unidos, un reconocimiento a “uno de sus hijos más leales”.

Falleció el pasado 28 de junio en el Centro Hospitalario de Washington. Rumbaut había llegado con su familia a este país en 1960 cuando apenas tenía 10 años. Nació en La Habana, el 27 de octubre de 1949.

Nunca perdió sus raíces, recordó Torres que “colaboró con la revista Areíto, y fue un miembro activo de la Brigada Antonio Maceo, con la cual regresó a la isla en 1977 como voluntario en programas de construcción social”.

Aquel viaje -dijo la diplomática- marcó un reencuentro histórico, no solo con la tierra, sino con el compromiso generacional de tantos cubanos del exterior con el futuro de su nación.

“Ya en Estados Unidos, Luis no dejó de pensar, escribir ni hablar de Cuba. Como editor del boletín digital La Alborada, amplificó su influencia mediática desde este país, participando en debates clave para nuestra nación”, añadió.

Pero, sobre todo, subrayó, Rumbaut “se distinguió por tender puentes entre la isla y su comunidad en el exterior. No fue un observador pasivo, sino un actor activo en el diálogo político, cultural y social. Participó en foros, escribió desde la ética, y contribuyó a dar visibilidad a una narrativa de compromiso y reconciliación”.

Durante el homenaje se proyectó un audiovisual que recogió la arista humana de Rumbaut y su activismo político; además, se escuchó música. Luci Murphy cantó la internacionalmente conocida ‘Cuba que linda es Cuba’, del desaparecido compositor Eduardo Saborit.

Detrás, en el escenario, una foto de Rumbaut como mirando a todos. Objetos personales, imágenes de diferentes momentos de su vida, velas encendidas, tumbadoras, guitarras, girasoles y la infaltable bandera cubana.

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