Seis veces ganadora del Grammy, la diva encabeza un festival que busca mucho más que entretener, pues Amazonia Live–Hoy y Siempre es un llamado urgente a preservar la floresta, proteger a los pueblos indígenas y reducir las emisiones globales de carbono.
El montaje es, por sí solo, una obra monumental. Diseñado como homenaje a la llamada Reina de las aguas, el escenario pesa 13,2 toneladas: 10 corresponden a la gigantesca flor metálica recubierta de tela, 1,2 a la base central y dos al equipo técnico de luces y sonido.
Todo con un criterio de bajo impacto ambiental y posibilidad de reutilización.
Carey regresa a Brasil por segunda vez en dos años, tras su aclamada participación el fin de semana en The Town, festival de música, arte y gastronomía que transformó el Autódromo de Interlagos, en Sao Paulo, en un hervidero de experiencias multisensoriales. Allí demostró que su registro vocal continúa intacto, seduciendo a multitudes.
Ahora, bajo el cielo amazónico y sobre las aguas oscuras del Guamá, en el norteño estado de Pará, su voz promete un espectáculo distinto, cargado de simbolismo.
Entre la magnificencia de la escenografía y la fuerza de su canto, el concierto se levanta como metáfora de la fragilidad y la grandeza de la selva más vital del planeta.
Amazonia Live no es solo música, sino invitación a detenerse, escuchar y reflexionar sobre el destino de la mayor reserva natural del mundo, un recordatorio de que la Amazonia no es únicamente patrimonio de Brasil, sino de toda la humanidad.
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