Al intervenir en el 80mo periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el mandatario señaló que ese respaldo es un deber moral y político que permitirá hacer justicia a las víctimas y sentar las bases de una paz duradera, arraigada en la memoria y la responsabilidad compartida.
Apuntó que durante tres décadas, la seguridad se han visto destrozada en el este de la RDC en una guerra que trascendió las dimensiones puramente militares o geopolíticas y cuyo objetivo es saquear los recursos, borrar la memoria colectiva y destruir las comunidades.
“Las consecuencias son desastrosas: millones de muertos, familias diezmadas, casi siete millones de desplazados, mujeres y niños en la mira, aldeas borradas del mapa, generaciones sacrificadas. En varias regiones del este, todos los indicios de un plan de exterminio están presentes”, acotó.
Tshisekedi remarcó que más que un conflicto, es un genocidio silencioso y pidió el reconocimiento como tal de la comunidad internacional.
Instó a la ONU a establecer un régimen de sanciones específicas contra los autores de delitos económicos, pero también de crímenes de guerra, de lesa humanidad y de genocidio, y a apoyar todas las acciones encaminadas a cortar las cadenas ilícitas de suministro de minerales que financian la guerra.
“El silencio y la inacción ante estos crímenes constituyen complicidad”, enfatizó y sostuvo la exigencia de establecer una comisión de investigación independiente y dotada de recursos suficientes para esclarecer la verdad, hacer justicia a las víctimas y romper el ciclo de impunidad.
El mandatario agradeció a los países, presidentes e instituciones que han contribuido a los procesos de paz en curso y mencionó el acuerdo firmado con Ruanda, bajo mediación estadounidense, y la Declaración de Principios, rubricada con los rebeldes de la Alianza del Río Congo-Movimiento 23 de Marzo, con ayuda qatarí.
Recordó que la Resolución 2773 del Consejo de Seguridad exigió la retirada del M23 de las ciudades de Goma, Bukavu y todas las zonas bajo su control, el desmantelamiento de las administraciones paralelas establecidas en esas demarcaciones y el cese de todo apoyo, directo o indirecto, a los insurgentes.
“La retirada de las tropas ruandesas, el fin de su apoyo al M23 y el retorno de la autoridad estatal congoleña sobre todas las zonas ocupadas constituyen condiciones innegociables para una paz genuina”, remarcó el presidente y exhortó a la ONU a garantizar la estricta aplicación de la Resolución y el acuerdo con Ruanda.
“Mientras estas decisiones no se implementen, seguirá corriendo sangre inocente”, afirmó el jefe de Estado, que ratificó que su Gobierno desea lograr una paz justa, duradera y verificable, “no una falsa y fugaz calma” como la que ha defraudado las esperanzas de los congoleños en 30 años.
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