Una muestra de lo anterior quedó en evidencia con la manipulación de la imagen del senador Iván Cepeda, quien es aspirante por la coalición de movimientos progresistas Pacto Histórico.

En redes sociales circuló una fotografía del precandidato, quien hace parte de la delegación del Gobierno encargada de dialogar con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), vestido de camuflaje como si se tratara de un integrante de un grupo insurgente.

Cepeda no demoró en reaccionar y calificó el uso arbitrario de su imagen manipulada para endilgarle falsamente la pertenencia a un grupo armado ilegal como injurioso y calumnioso.

En respuesta le dio un ultimátum al periodista Pedro Viveros, de Blu Radio, quien divulgó la foto.

“Una de dos: o entrega usted a la mayor brevedad posible la información de la que dispone sobre un hecho tan grave a las autoridades competentes o, de lo contrario, lo denunciaré penalmente por calumnia”, expresó.

Después aseguró al periodista que debería explicar ante la Fiscalía si el fotomontaje era suyo o no.

“En todo caso, le recuerdo que el artículo 222 del Código Penal contempla el delito de injuria y calumnia indirectas, para quienes publican, reproducen y repiten falsas imputaciones hechas por otros”, afirmó el senador.

A propósito de la divulgación de la imagen manipulada, la defensora del Pueblo, Iris Marín, estimó que el hecho constituye un evento “intolerable para una democracia”.

Por su parte, la senadora y también aspirante a llegar a la Casa de Nariño María José Pizarro, valoró que vestir al precandidato de camuflado “es un acto ilegal y una estigmatización injustificable al Pacto Histórico”.

El asunto generó una reflexión posterior por parte de Cepeda en torno a las serias consecuencias que la estigmatización política puede acarrear.

Recordó en un mensaje difundido en sus redes sociales que su padre, Manuel Cepeda, fue asesinado en agosto de 1994 y evocó cómo con frecuencia en el Congreso de la República, en las columnas de opinión, en las entrevistas radiales, o en las declaraciones de los ministros, se insinuaba o se decía abiertamente que él era un guerrillero.

Rememoró que algunos lo hacían veladamente, mientras que otros más cercanos al paramilitarismo y a la extrema derecha lo decían de frente.

“Como él, seis mil miembros de la Unión Patriótica (partido de izquierda conocido por sus siglas UP surgido en la década del 80 del pasado siglo) fueron sometidos al mismo procedimiento: primero se preparó a la opinión pública, se incitó a la violencia, luego se ejecutaron los homicidios, y después se alegó la legitimidad del acto para ambientar su impunidad”, refirió.

Resumió que así ha sido por décadas en Colombia con los miles de miembros de la UP, con los liberales, o con los líderes sociales.

“Eso ha consolidado la convicción de que calificar o mostrar a alguien como ilegal, terrorista, subversivo, o guerrillero, es algo normal y plenamente justificado. Así lo entienden hoy ‘analistas’ políticos, y humoristas. Pero no: acusar a alguien de guerrillero no es ‘infame’, es criminal, pues termina en atentados políticos y muertes violentas”, sentenció.

Cepeda, de 62 años, lanzó su precandidatura el pasado 22 de agosto.

En un discurso de campaña pronunciado recientemente aseguró que, de ganar la Presidencia, trabajaría por la reducción de las guerras y por fortalecer la diplomacia, el diálogo y la negociación frente al predominio de la fuerza.

También rechazaría las manifestaciones de genocidio y crímenes de lesa humanidad, al poner como ejemplo lo que ocurre en Gaza; defendería a América Latina como zona de paz; repudiaría la injerencia foránea y la instalación de bases militares extranjeras; y objetaría la importación de conflictos externos a la región.

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