La ocurrencia más reciente se registró en Sao Bernardo do Campo, en el área metropolitana, donde una persona falleció en circunstancias sospechosas.
Resultó la tercera víctima en solo dos semanas y los exámenes de laboratorio buscan confirmar la presencia de metanol en el organismo.
Las autoridades sanitarias y de seguridad indicaron que, además de las muertes, nueve personas permanecen bajo observación médica tras presentar síntomas compatibles con intoxicación.
En todos los casos, la procedencia de las bebidas apunta a locales nocturnos y bares de la región.
La principal hipótesis señala que el metanol utilizado para adulterar bebidas podría provenir de cargamentos introducidos ilegalmente en el país, los mismos que en el pasado reciente fueron empleados para manipular combustibles.
De hecho, en agosto la Fiscalía General desarticuló parte de una estructura ligada al llamado Primer Comando de la Capital (PCC), que operaba miles de estaciones de servicio y distribuía combustibles adulterados como método de lavado de dinero.
Con la red intervenida, las reservas de metanol podrían haber tomado otro destino: destilerías clandestinas que abastecen al mercado de bebidas ilegales.
La Asociación Brasileña de Combate a la Falsificación advirtió que el uso de metanol —un solvente industrial tóxico— en productos de consumo humano representa un riesgo inmediato de muerte.
«No basta con tener un sabor similar al etanol, su nivel de toxicidad es altísimo», señaló en un comunicado.
El gobierno paulista, ante la gravedad de los hechos, orientó a bares, restaurantes y distribuidores a verificar estrictamente la procedencia de lo que comercializan.
Asimismo, pidió a los consumidores que adquieran solo productos certificados y en envases con rótulo y sello de seguridad.
Las investigaciones avanzan en dos frentes: confirmar la causa de las pérdidas humanas y rastrear la ruta del metanol ilegal.
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