«El bloque Pobeda no reconoce los resultados de las elecciones parlamentarias. Las cifras anunciadas son resultado de violaciones generalizadas, falsificaciones e interferencia directa del Gobierno en el proceso electoral», destaca la nota publicada en el canal de Telegram del bloque.

Pobeda calificó de ilegitimas estas elecciones y prometió luchar por restaurar la verdadera voluntad ciudadana. Según el texto, el Partido de Acción y Solidaridad (PAS) «llevó a cabo una operación política descarada y bien pensada para mantener el poder».

En este contexto, precisa que los ciudadanos del país fueron testigos de una presión sin precedentes sobre candidatos opositores, los registros y arrestos ilegales en vísperas de los comicios y el bloqueo del acceso a los recintos electorales.

La oposición explica que la presidenta moldava, Maia Sandu, no salió de las pantallas de televisión el día de las votaciones, apareciendo una y otra vez «con llamamientos amenazantes, lo que constituye una injerencia directa en los comicios y una clara violación de la ley».

La oposición señala que, a pesar de todas las falsificaciones, el PAS perdió en Moldavia.

«La gente votó en contra. El régimen necesitó toda la noche para alcanzar apenas el porcentaje necesario. El recuento se alargó hasta la mañana. Aún temen publicar los resultados de los colegios electorales porque saben que hay copias de las actas firmadas y que las discrepancias son fáciles de demostrar», enfatizó.

Tras las elecciones parlamentarias de Moldavia del 28 de septiembre, los votos se distribuyeron casi por igual entre el partido gobernante PAS de Sandu y la oposición, representada por varios partidos. El PAS obtuvo el 50,2 por ciento de los votos, mientras que los partidos opositores, incluido el Bloque Electoral Patriótico (BEP), alcanzaron el 49,8.

Al igual que en las presidenciales de 2024, el oficialismo se impuso gracias al voto de los moldavos residentes en los países de la Unión Europea.

A este resultado contribuyó en gran medida la decisión de Chisinau de reducir a un mínimo los colegios electorales en la autoproclamada república de Transdniéster e instalar apenas dos centros de votación para casi medio millón de moldavos que residen en Rusia.

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