La declaración marcó la apertura de la reunión ministerial llamada PreCOP30, que se celebra aquí y congrega a delegaciones de 67 países en la última gran cita preparatoria antes de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (COP30), prevista para noviembre en Belém, capital del norteño estado de Pará.
«Brasil está comprometido, y esperamos el mismo compromiso del resto del mundo», afirmó Alckmin durante su intervención, subrayando la necesidad de acelerar la presentación de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), los planes de reducción de emisiones previstos en el Acuerdo de París.
Tal encuentro se desarrolla en medio de una creciente frustración del Gobierno brasileño, que considera insuficiente el ritmo de entrega de las NDC.
El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, había advertido la semana pasada sobre la lentitud de las principales economías en actualizar sus metas.
A menos de dos meses de la conferencia, solo 62 de los 196 países miembros de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) han presentado nuevos compromisos.
Brasil espera llegar a Belém con al menos 100 NDC actualizadas, una meta que la diplomacia nacional considera esencial para el éxito de la cumbre.
Mientras la Unión Europea aún no presenta oficialmente sus objetivos revisados, China anunció su plan en la Asamblea General de la ONU, pero sin detallar cifras ni cronogramas.
El secretario ejecutivo de la ONU para el Cambio Climático, Simon Stiell, advirtió que las NDC «son el talón de Aquiles del sistema climático» y llamó a los negociadores a «aprovechar cada minuto en Brasilia para elevar la ambición y garantizar la implementación».
Recordó que el balance global de la COP28 en Dubái ya reveló un déficit preocupante entre las promesas y la acción real.
Otro punto clave en las discusiones es la financiación climática, eje de fricción entre los países desarrollados y los más vulnerables.
Los primeros reclaman responsabilidad compartida, mientras que los segundos exigen recursos concretos para la adaptación y mitigación.
Stiell insistió en que las próximas dos cumbres deben establecer una hoja de ruta clara para alcanzar los mil 300 millones de dólares anuales prometidos, tras el desencanto de la meta de 300 mil millones fijada en Bakú en 2024.
La COP30 se perfila como un punto de inflexión. Para Brasil, anfitrión del encuentro en el corazón de la Amazonía, será la oportunidad de reafirmar su liderazgo ambiental y presionar al mundo a pasar de los discursos a los hechos.
mem/ocs





