Así lo considera el portal Feed que cita al profesor de Geografía Física y Geomática de la Universidad Federal del central estado de Goiás, Diego Tarley, quien estudió las estrategias españolas e identificó las lecciones más relevantes para la realidad nacional.

El país europeo acumula una serie de experiencias de adaptación que pueden servir como valiosos laboratorios de ideas para las ciudades brasileñas, que se enfrentan a la tragedia de las inundaciones recurrentes y las olas de calor cada vez más intensas.

Al aludir a Tarley, el sitio asegura que Barcelona resulta un ejemplo de supervivencia urbana.

Considerada un referente mundial en sostenibilidad, la capital catalana invirtió en las llamadas Soluciones Basadas en la Naturaleza durante las últimas tres décadas para abordar inundaciones, sequías prolongadas y mejorar el confort térmico urbano.

Entre las iniciativas más destacadas se encuentra la implementación de las llamadas Supermanzanas, un proyecto de planificación urbana que crea amplios espacios verdes seguros con tráfico vehicular restringido.

Otras iniciativas incluyen corredores ecológicos, muros y cubiertas verdes, estructuras de sombra sobre calles y plazas, y sistemas de Drenaje Urbano Sostenible.

Los denominados refugios climáticos (lugares como bibliotecas, museos y centros comerciales que sirven de refugio en eventos extremos) también son un punto central de la adaptación española, pero representan una advertencia sobre el modelo que podría importarse a Brasil.

En España, muchos de estos espacios no son inclusivos, lo que restringe el acceso a las poblaciones marginadas. Pero en el gigante sudamericano los desafíos son aún mayores: los refugios cerrados se enfrentan a la exclusión y la discriminación racial y social.

Los espacios abiertos (plazas y parques) carecen de infraestructura básica, como mantenimiento, bancos, seguridad y sombra, lo que les impide cumplir su función de verdaderos oasis en épocas de calor extremo.

Feed asegura que el modelo español, si bien en gran medida positivo, no está exento de deficiencias.

Ciudades con centros históricos protegidos, como Madrid, tienen las citadas «plazas duras» (excesivamente cementadas), lo cual dificulta las intervenciones ecológicas.

Sin embargo, la experiencia europea demuestra que es posible impulsar políticas climáticas coordinadas, con participación social y financiación pública.

Para Brasil, es imperativo incorporar prácticas de bajo coste, como el drenaje urbano sostenible y refugios climáticos verdaderamente accesibles.

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