Desde finales de septiembre, la urbe es una galería a cielo abierto con decenas de instalaciones artísticas que resignifican la utilidad de los espacios patrimoniales y aquellos de habitual encuentro ciudadano.
Son más de 25 de sedes con acceso gratuito donde confluyen más de 200 artistas del patio y de otras nacionalidades, sobre todo de México, país invitado de honor al evento.
Lo mismo un río de flores que reverdeció la céntrica y concurrida Avenida Jiménez hasta una casa suspendida en el aire del artista argentino Leandro Erlich, ubicada en la Plaza de Lourdes, invitan a cavilar sobre la importancia del arraigo y la pertenencia, y acerca del valor de los sitios que a la vista son comunes, pero extraordinarios.
Una sensación similar genera la obra Dándole peso a unos besos, del colombiano Iván Argote. El enorme monolito de seis metros de altura instalado en la plazoleta del Rosario, y cubierto con miles de besos con labial rojo, refleja que quizás lo más rígido y duro a los ojos puede también albergar una dulce condición amable.
La sede principal de BOG25 es el Palacio San Francisco, inmueble localizado en el mismo corazón de Bogotá, que fue parcialmente restaurado para albergar decenas de manifestaciones de las artes plásticas.
Justo en el patio del edificio está una instalación que acabó siendo la mayor atracción para los amantes de las selfies. Surrender, del irlandés John Gerrard, es un cubo creado con un video que muestra el humo que sale de una fábrica.
Está, asimismo, rodeado en todos sus costados por espejos en los que se aprecian las paredes mismas del edificio que, de acuerdo con su autor, constituye una crítica a los nacionalismos extremos y pide mayor acción por un futuro sostenible.
Los salones del Palacio rezuman arte contemporáneo y muchas de sus propuestas están pensadas para la interactividad.
Un singular atractivo ofrece la exposición fotográfica Arañas del paraíso, de la artista colombiana María Fernanda Cardoso, que se puede ver en la Cinemateca de Bogotá.
Las protagonistas son diminutas arañas maratus de Australia, que tienen unos cinco milímetros de tamaño y poseen coloridos abdómenes que despliegan en sus elaborados rituales de apareamiento.
Cada imagen está compuesta por alrededor de mil fotografías individuales, lo que permite revelar con asombrosos detalles los matices de color y la forma de esos animales.
Bajo el lema “Bogotá, ensayos sobre la felicidad”, la capital de Colombia verá convertida sus calles, plazas y escenarios en galerías y museos vivos hasta el próximo 9 de noviembre.
A juicio de sus organizadores el objetivo de la Bienal estará cumplido si quienes viven en la ciudad, y los que la visitan, logran ver con ojos más cordiales el escenario urbano, y si alcanzan a descubrir insospechadas experiencias que podrían, quizás, brindarles un agradable bienestar.
(Tomado de 4ta Pared, suplemento cultural de orbe)





