Fakhri Abu Diab, investigador de asuntos de Jerusalén, alertó que esas acciones representan una amenaza real para los cimientos de la mezquita, construida en un sitio considerado sagrado tanto por musulmanes como por cristianos y judíos.

En declaraciones a la prensa palestina, Abu Diab explicó que Israel “está aprovechando la preocupación mundial por la guerra en Gaza para intensificar sus excavaciones, especialmente durante el último año”.

Ahora se están llevando a cabo varias excavaciones en las zonas sur y suroeste de la mezquita, como parte de un plan para destruir y alterar monumentos árabes e islámicos y reemplazarlos con símbolos bíblicos artificiales, estimó.

En total, reveló, hay 36 excavaciones activas en zonas sensibles, incluidas el barrio de Silwan, la Puerta de los Magrebíes y la Plaza Buraq.

Al respecto, detalló que la red de túneles construida por los israelíes se extiende cientos de metros al sur de la Mezquita de Al-Aqsa y alcanza sus pilares de soporte, lo cual supone una grave amenaza de derrumbes debido a factores naturales o antropogénicos, como terremotos o fuertes nevadas.

Las excavaciones debilitaron el suelo y provocaron que pierda su cohesión, lo cual es un peligro para edificios y monumentos circundantes que datan de los períodos cananeo, bizantino, romano, islámico, mameluco, ayubí y otomano, indicó.

Abu Diab enfatizó que los riesgos de las excavaciones trascienden la dimensión urbana y atentan contra la identidad histórica y religiosa de Jerusalén, además de representa una flagrante violación.

El sitio sagrado es venerado tanto por musulmanes, que lo llaman Noble Santuario, como por judíos, que lo conocen como el Monte del Templo.

Para los primeros porque en su interior está la Mezquita de Al Aqsa, mientras para los segundos porque allí se construyeron sus dos templos bíblicos.

La Explanada de las Mezquitas forma parte de la Ciudad Vieja, ubicada en la parte oriental de la metrópoli, ocupada por el ejército de Israel durante la guerra de 1967, aunque la comunidad internacional considera la zona como territorio palestino.

Según los acuerdos alcanzados hace décadas, a los judíos solo se les permite visitar el complejo, con numerosas condiciones, pero no rezar, aunque ese pacto es violado casi a diario por los colonos y radicales israelíes.

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