Esa cantidad de personas enfrentan una amenaza inminente y persistente que se identifica en la política de la administración del presidente Donald Trump que intimida con expulsar a las personas que viven de forma irregular en su país.
Datos del Instituto de Políticas Migratorias (MPI, por sus siglas en inglés), una organización con sede territorio norteño, abordan la situación y destacan que casi la mitad de los extranjeros en condición migratoria irregular en Estados Unidos tienen 20 años o más de residir ahí.
Algunos estimados sostienen que si Washington expulsa a una parte importante de los nacionales de este país, eso sería un golpe demoledor para la economía que se acercaría a estados parecidos a los que enfrenta Haití en la actualidad.
En El Salvador las remesas son un pilar de la economía, representan más del 24 por ciento del producto interno bruto (PIB) y sirven como principal fuente de ingresos para una parte importante de la población local.
El programa migratorio de Trump es sombrío ya que se espera el retorno de muchas personas que están amparadas por un Estatus de Protección Temporal (TPS) que puede ser derogado por la Casa Blanca, y que en número aproximados afectaría a 234 mil salvadoreños.
Muchos nacionales se encuentran entre los cerca de tres millones de personas que migraron a Estados Unidos entre 2019 y 2023, sobre todo en búsqueda de mejoras económicas, ahora el principal motivo de la inmigración.
Aunque México es el principal emisor de inmigrantes irregulares, los tres países centroamericanos suman el 26 por ciento de la población migrante irregular en los Estados Unidos, 1.4 millones de guatemaltecos, un millón de hondureños y un millón de salvadoreños.
Si hay una expulsión de los miles de salvadoreños empleados en construcción, servicios de alimentos y servicios de limpieza y mantenimiento en edificios, se producirá una situación caótica.
Según un estudio del Pew Research Center, El Salvadores el país que ocupa el segundo lugar con mayor cantidad de inmigrantes no autorizados.
Informes de los últimos meses muestran que hasta ahora la Casa Blanca aplica una política selectiva de expulsar a los inmigrantes de este país “gota a gota” para no afectar al gobierno del presidente Nayib Bukele, considerado uno de sus principales aliados en la región.
Sin embargo, la amenaza persiste y pudiera cambiar la política a peor, respondiendo a los arranques del presidente Trump.
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