Provenientes de gobiernos e inversores privados y bautizado Tropical Forests Forever Facility (TFFF), el instrumento financiero busca convertir la preservación de la selva en un activo económico.

En la práctica, los países en desarrollo recibirían pagos anuales por cada hectárea de bosque conservada, ofreciendo una alternativa viable frente a la tala indiscriminada.

Noruega se convirtió en el primer país en comprometer recursos, con tres mil millones de dólares, seguido por Indonesia con mil millones, según anunciaron autoridades de ambos países.

«Detener la deforestación es esencial para reducir los efectos del cambio climático», señaló el primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre, en el contexto de la Cumbre de Líderes de la 30 Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (COP30), que se extenderá hasta el día 21.

Tal mecanismo pretende beneficiar principalmente a las naciones tropicales más pobres, donde la presión económica convierte la tala en una actividad más rentable que la conservación.

En un escenario óptimo, Brasil, Indonesia y la República Democrática del Congo podrían recibir cientos de millones de dólares anuales si logran frenar la pérdida de sus bosques primarios.

No obstante, no todos los países participantes en la creación del TFFF planean financiarlo de inmediato.

El gobierno británico indicó que no aportará fondos directos en esta fase y una fuente de la delegación finlandesa advirtió sobre las dificultades de encontrar nuevos recursos en un contexto de limitaciones presupuestarias globales.

Lula calificó el fondo de uno de los «principales resultados concretos» que podrían emerger de la COP30, reafirmando el papel de Brasil como actor central en la lucha contra la crisis climática y en la preservación de la biodiversidad tropical mundial.

Presentado por el Gobierno brasileño en abril y lanzado oficialmente este jueves, el fondo busca crear una estructura de financiación permanente para los bosques tropicales, considerando su preservación como un activo global y no solo como una responsabilidad de los países que los albergan.

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