De acuerdo con reportes de medios locales, desconocidos dañaron parcialmente el rostro de la imagen sagrada, y junto a ella fueron hallados grafitis con símbolos religiosos.

Los residentes demandaron respeto a los lugares de culto y el fortalecimiento de la convivencia entre las distintas comunidades religiosas del país, y denunciaron que tales actos no afectan a una sola comunidad sino a la seguridad de toda Siria.

El ataque se produce en un contexto de creciente preocupación por la seguridad de las minorías religiosas en Siria, tras el derrocamiento del gobierno de Bashar al-Assad en diciembre de 2024. Desde entonces, se han multiplicado los hechos de violencia contra comunidades alawitas, drusas y cristianas, incluyendo saqueos y atentados contra iglesias y santuarios drusos y alawitas.

En junio pasado, un atentado suicida contra la iglesia de San Elías en Damasco causó 22 muertos y 63 heridos, según cifras del Ministerio de Salud.

Las nuevas autoridades sirias aseguraron que los recientes crímenes son de carácter individual y no reflejan su política, orientada, según afirmaron, a preservar la unidad nacional y la paz civil.

El presidente transicional sirio, Ahmed Al-Shara, visitó recientemente la Catedral Mariamita, en la antigua Damasco, donde sostuvo un encuentro con el patriarca Juan X Yazigi, primado de Antioquía y de todo el Oriente para la Iglesia Ortodoxa Griega, con el objetivo de reafirmar el compromiso gubernamental con la protección de los lugares sagrados y la reconciliación entre los sirios.

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