Fue la primera corona para Rybakina en el torneo que reúne a las ocho mejores del año, una cima que alcanzó tras imponerse en siete partidos consecutivos ante rivales de la élite mundial.
Sexta del ranking, de 26 años, la nacida en Moscú y nacionalizada kazaja firmó una actuación de acero: 68 por ciento de efectividad con el primer servicio, 13 aces y una frialdad de hielo en los momentos decisivos.
En el segundo set, cuando la Tigresa de Minsk —la número uno del mundo— despertó para prolongar la batalla, Rybakina desplegó su precisión implacable y arrasó en el desempate con un 6-0 que dejó al público saudí sin aliento.
La campeona capitalizó uno de seis puntos de ruptura y celebró con la serenidad de quien sabe que el trono del tenis femenino empieza a tener su nombre.
Sabalenka, de 27 años, llegaba invicta y con un palmarés majestuoso: 21 títulos WTA, cuatro Grand Slam —incluido el Abierto de Estados Unidos de este año— y conquistas en Brisbane, Miami y Madrid. En semifinales había vencido 2-1 a la estadounidense Amanda Anisimova y soñaba con coronarse por primera vez.
Rybakina, por su parte, había derrotado 2-1 a la estadounidense Jessica Pegula en semifinales y confirmó su ascenso meteórico. Desde su consagración en Wimbledon 2022, cuando se convirtió en la primera kazaja campeona de un Grand Slam, ha sumado 10 títulos en su carrera, incluidos Estrasburgo y Ningbo este año.
Las Finales de la WTA 2025 volvieron a demostrar por qué son consideradas el “quinto Grand Slam”: una arena donde solo las diosas del tenis sobreviven. Y esta vez, entre los destellos del desierto, la reina fue Yelena Rybakina.
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