Según el sondeo de Ipsos BVA y la Escuela de Ingenieros para La Tribune Dimanche, el rechazo a la gestión del jefe del Estado alcanza un estratosférico 77 por ciento, contra apenas un 19 por ciento de personas satisfechas y un cuatro que descartó pronunciarse.
Para el primer ministro la situación es algo mejor, al contar con el respaldo de un cuarto de los entrevistados y el mal criterio de seis de cada 10 de ellos.
Sin embargo, Lecornu camina por la cuerda floja y escapó en octubre por apenas 18 votos a la censura, en un país que vio caer en diciembre pasado al primer ministro Michel Barnier y en septiembre a François Bayrou.
Por estos días las tensiones están en su máximo nivel, con las discusiones de los presupuestos 2026: las leyes de Finanzas y de la Seguridad Social, en una cerrara contrarreloj para tratar de adoptarlos antes de que termine el año.
La oposición, liderada por el partido identificado con la extrema derecha Agrupación Nacional (RN) y La Francia Insumisa (LFI), tildada por el oficialismo de extrema izquierda, no ocultan su intención de derribar a Lecornu y rechazan sus proyectos de presupuesto.
Estas fuerzas tampoco esconden que su verdadero objetivo es Macron, al reclamar elecciones anticipadas, en el caso de RN las legislativas, y en el de LFI las presidenciales con su reclamo de dimisión del presidente de la República.
Desde las protestas multitudinarias del movimiento de los Chalecos Amarillos, a finales del 2018 y principios del 2019, el jefe del Estado galo no era tan impopular, aunque de manera recurrente ha señalado que terminará su segundo mandato constitucional, en 2027.
La encuesta de Ipsos BVA también ratificó que la principal preocupación de los franceses es la pérdida de poder adquisitivo, expresada por la mitad de los participantes en el estudio de opinión que publica La Tribune Dimanche.
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