A diferencia de otros visitantes, Al Sharaa llegó poco antes del mediodía de este lunes a la mansión ejecutiva, pero no accedió por el portal principal, tampoco tuvo el protocolo reservado a los jefes de Estado y de gobierno extranjeros, a los que Trump en general recibe en la puerta.
Los periodistas tampoco fueron invitados al Despacho Oval al inicio de la reunión, como es costumbre durante las visitas oficiales.
Al Sharaa, quien llegó a ser considerado un terrorista internacional por cuya captura el FBI ofrecía 10 millones de dólares dio un giro de 180 grados tras derrocar en diciembre del pasado año al presidente sirio Bashar al Asad y formar un gobierno de transición. Es el primer gobernante de esa nación árabe en ir a la Casa Blanca desde la independencia del país en 1946.
El viernes, el Gobierno de Trump lo eliminó de su lista de terroristas y el Consejo de Seguridad la ONU también levantó las sanciones contra Al Sharaa el jueves, a iniciativa de Estados Unidos.
Después de reunirse por primera vez con Al-Sharaa en Arabia Saudita en mayo, Trump describió al actual gobernante sirio como un «joven atractivo, un tipo duro, con un pasado sobresaliente».
Mediante una orden ejecutiva, el mandatario republicano levantó oficialmente las sanciones económicas estadounidenses contra Siria ese propio mes.
El pasado mes de septiembre, durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, Al-Sharaa declaró ante los líderes reunidos que su país estaba «recuperando el lugar que le corresponde entre las naciones del mundo».
La parte siria calificó de amistoso y constructivo el encuentro entre Al-Shara y Trump.
DE QUÉ HABLARON
Según trascendió, Trump y al-Sharaa discutieron la posibilidad de un acuerdo para unirse a la coalición internacional liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico; además, se buscó un pacto de seguridad entre Damasco e Israel, lo que podría tener implicaciones geopolíticas significativas.
Ambas partes valoraron la posibilidad de establecer una base militar en Siria para coordinar la ayuda humanitaria y observar los acontecimientos en la región del Medio Oriente.
La visita, sin dudas, marca un nuevo camino en las relaciones diplomáticas entre Washington y Damasco.
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