Según historiadores, este acontecimiento marcó el inicio del proceso emancipador del istmo frente al dominio de España.
La resurrección tuvo lugar en La Villa de Los Santos, en el centro del país, cuando un grupo de patriotas, cansados de los abusos coloniales y del irrespeto a la población civil, protagonizó un levantamiento contra las autoridades de la corona.
Liderados por Segundo De Villareal y respaldados por los santeños, los insurrectos tomaron el control del poblado y firmaron el Acta de Independencia, que inspiró la liberación de otras comunidades como Penonomé, Natá de los Caballeros, Santiago de Veraguas y Portobelo, de acuerdo con estudios.
Este movimiento se considera el punto de partida de la independencia definitiva de Panamá, lograda el 28 de noviembre de 1821.
Entre las figuras más emblemáticas de esta gesta destaca Rufina Alfaro, una mujer cuya valentía es símbolo del espíritu independentista panameño, indican los principales textos sobre la fecha.
Aunque su existencia no ha sido completamente verificada, la leyenda de Alfaro, difundida desde la década de 1940, representa el coraje de las mujeres del interior que contribuyeron a la causa libertaria.
Su historia, más allá del mito, se ha convertido en parte del patrimonio cultural de la nación, reflejando los valores de libertad, dignidad y orgullo nacional.
En Los Santos, la celebración mantiene un fuerte carácter autóctono, con desfiles, actos cívicos y presentaciones folclóricas que reafirman el sentimiento patriótico y la herencia cultural del pueblo panameño.
Como parte de las tradicionales festividades del llamado Mes de la Patria (noviembre), los panameños conmemoraron la pasada semana la separación de Colombia en 1903 y el Día de los Símbolos Patrios (bandera, escudo e himno nacional), entre otras efemérides.
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