Según un informe de la entidad, esto limitó seriamente la capacidad operativa de las agencias de ayuda en un contexto de creciente inestabilidad.
Hasta la fecha solo se han asegurado 823 millones de dólares, un déficit que ya se refleja en la reducción de servicios esenciales y en la disminución del acceso humanitario, sobre todo en el sur del país, donde persiste un escenario volátil que afecta a más de 180 mil personas desplazadas, aclaró el organismo.
Aclaró que los incidentes de seguridad esporádicos continúan restringiendo el movimiento y dificultan la entrega de asistencia en zonas rurales.
Entre los riesgos más graves se destacan los explosivos remanentes de la guerra. Solo en octubre se registraron 15 personas heridas por artefactos sin detonar, mientras los equipos especializados prosiguen las labores de limpieza y las campañas de sensibilización dentro de los límites de los recursos disponibles.
El acceso a la ayuda humanitaria se redujo drásticamente en las gobernaciones sureñas de Sweida, Deraa y Damasco-campo, donde el número de beneficiarios descendió alrededor de un 70 por ciento en octubre respecto a septiembre. La escasez de fondos y las dificultades de acceso figuran entre las causas principales de este retroceso.
Pese a estas limitaciones, Naciones Unidas y sus socios humanitarios mantienen su presencia en el sur de Siria y brindan apoyo mensual a más de 350 mil personas.
El Programa Mundial de Alimentos continúa suministrando unas 400 toneladas de harina por semana para sostener la producción de pan en las panaderías públicas, mientras Unicef coopera en la rehabilitación de varias escuelas en la misma Sweida.
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