Cachorros en modo leyenda en serie beisbolera cubana

Holguín, Cuba, 17 nov (Prensa Latina) Los Cachorros de Holguín contemplan hoy desde la cima de la 64 Serie Nacional de Béisbol de Cuba una temporada que han transformado en película épica, sostenidos por una afición que late como un solo corazón.

Mañana se reanudan las subseries particulares, pero los líderes no volverán a escena hasta el miércoles, cuando abran su ruedo del Calixto García para recibir a las Avispas de Santiago de Cuba, únicas —junto a ellos— en propinar dos barridas en la campaña. Para entonces, Holguín llegará con un relato que parece arrancado de un guion de ascenso y redención.

El conjunto que el año pasado terminó en el puesto 14 hoy gobierna la tabla con balance de 31-18, medio juego por delante de Matanzas, uno sobre Industriales y dos sobre los campeones vigentes Leñadores de Las Tunas.

Nada de esto hubiese sido posible sin la huella firme de su director, Lugdis Pineda, un hombre de béisbol que ha sabido tejer cohesión donde antes había incertidumbre, despertar talentos dormidos y convertir cada desafío en un ritual de coraje colectivo.

Los Cachorros han sido una sorpresa tan luminosa como los Elefantes de Cienfuegos —quintos en la clasificación—, pero en Holguín el asombro se multiplica porque su gente lo vive como una misión sagrada.

La afición, considerada por muchos la mejor de Cuba, llena las gradas con una fidelidad que desbordaría cualquier libreto. Allí, cada batazo retumba como un trueno, cada out se celebra como un amanecer, y cada victoria parece insuflar vida a toda la ciudad.

En el terreno, las cifras también hablan: ofensiva de .318, 322 carreras anotadas y 54 jonrones, segundos del torneo en esos renglones. Cuando hay corredores en bases, batean para .336 y han remolcado 206 de los 806 que encontraron en posición anotadora: más de un cuarto convertido en realidad, como si el equipo hubiese aprendido a golpear en cámara lenta y precisión quirúrgica.

Desde el montículo, permiten 5.31 limpias por juego —oncenos en el campeonato—, pero compensan con control (3.99 boletos cada nueve entradas, cuartos en ese acápite) y un relevo más fiable, con 4.83 de efectividad. La defensa también acompaña, sólida, con .970 de promedio (quinta del país).

En medio de ese engranaje relucen figuras como Yasiel González, con .408 de promedio, 16 jonrones —líder de la temporada— y 44 impulsadas; Lázaro Cedeño, .371 al bate, 13 bambinazos y 56 remolques; y Michael Gorguet, con .349, ocho cuadrangulares y 31 empujadas.

Desde la lomita de los martirios, Michel Cabrera se erige como cerrojo y esperanza, dueño de seis victorias y siete salvamentos, mientras Carlos Santiesteban y Wilson Paredes aportan cinco triunfos por cabeza.

Todo esto, junto a la memoria viva del título alcanzado en 2002 bajo la guía de Héctor “Tico” Hernández, alimenta un presentimiento que se palpa en cada esquina de la Ciudad de los Parques: esta vez los Cachorros no están soñando, están escribiendo.

Y lo hacen con la convicción de quienes saben que la segunda corona no es una ilusión, sino un destino que se acerca paso a paso, juego a juego, ladrido a ladrido.

jha/blc

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