En espacio propio, la empresa mixta BioCubaCafé S.A., integrada por el Grupo Agroforestal, la Agencia para el Intercambio Cultural y Económico con Cuba y la Fundación Lavazza, presenta avances de un proyecto que combina rescate cultural, tecnología, certificaciones y empoderamiento comunitario.

Su misión, según explicó Roberto Rodríguez, de la dirección de Relaciones Internacionales y Sostenibilidad, es clara: reconstruir la cadena de valor del café cubano en las orientales provincias de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, donde se concentra la mayor producción del país.

Uno de los hitos del programa ha sido lograr que 270 productores alcancen certificaciones internacionales, mientras otros cuatro mil 880 mejoran sus estándares bajo normas nacionales.

Con esos avances, BioCubaCafé ha podido reinsertar sus exportaciones en nichos en los cuales la calidad vale más que el volumen.

La apuesta tecnológica también sorprende: la empresa incorporó blockchain (cadena de bloques, una tecnología que permite registrar información de forma segura, transparente e imposible de alterar) para asegurar la trazabilidad del grano, un requisito cada vez más solicitado en mercados premium.

A esto se suman nuevas herramientas para reducir defectos, asistencia técnica y hasta una «clínica legal» que orienta a los cafetaleros en la negociación de contratos.

En ocasiones —explicó Rodríguez— hace falta sembrar productores antes que sembrar café. Productores conscientes del mercado, capaces de defender sus derechos y de sostener prácticas respetuosas con el ambiente.

El proyecto no se limita al proceso productivo. En zonas rurales de difícil acceso se entregan módulos alimentarios para garantizar estabilidad a las familias cafetaleras, además de materiales escolares e iniciativas de inclusión dirigidas a mujeres, niños y adultos mayores.

Para el ministro cubano de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Armando Rodríguez, experiencias como BioCubaCafé encajan con la futura Ley General del sector, centrada en innovación y saberes comunitarios. «Para nuestra ciencia, un productor de café puede ser tan decisivo como un investigador en un laboratorio», refirió.

Ahora la empresa trabaja en un desafío mayor: articular una red que integre a todos los productores del oriente cubano para gestionar mercados de carbono. Comprender esos mecanismos y acceder a financiamiento internacional es, según Rodríguez, la principal meta de su presencia en la XXX Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (COP30).

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