Cada una con su propia historia y filosofía, las fábricas del brebaje exponen la esencia de este pequeño país insular.

River Antoine, fundada en 1785, es la destilería en funcionamiento más antigua del Caribe y una cápsula del tiempo que resiste a la modernidad.

Visitarla, transporta los sentidos a otro siglo: el suelo está cubierto de bagazo (el residuo de la caña) secándose al sol, y un molino de agua de 1840, accionado por un viaducto conectado al río cercano, tritura la caña con la misma tecnología que hace casi dos centurias.

Un detalle que revela la antigüedad perpetua de este lugar, es que las mazas del molino, que antes eran estriadas, se han desgastado y ahora son lisas por el uso continuo.

El proceso de producción es tan artesanal como entonces: el jugo de caña se convierte en un sirope en cinco grandes recipientes metálicos, donde los trabajadores lo mueven con palas de mango largo.

La fermentación es impulsada por levaduras ambientales en tanques de concreto abiertos, y la destilación se realiza en alambiques de cobre, calentados no con vapor, sino con bagazo seco y leña local .

El resultado es un ron potente de carácter rústico y complejo, que se embotella a una intensidad que ronda el 75 por ciento de alcohol para el consumo local. Un experto en rones lo describe como “sucio, complejo y poderoso”, comparable a algunos rones jamaiquinos de alta concentración.

River Antoine es de las destilerías de Granada, el ejemplo sublime de lo auténticamente local, en la que ambiente y textura son combinación perfecta.

jha/ohh