Aunque el borrador difundido este martes intenta tender puentes, la resistencia de un grupo de Estados amenaza con ralentizar los avances.

André Corrêa do Lago, diplomático brasileño y presidente de la conferencia, explicó que las delegaciones se han dividido en posiciones «muy favorables» y «muy negativas», respecto al párrafo que propone acompañar a los países en la elaboración de rutas para abandonar gradualmente los hidrocarburos.

Según afirmó, el texto intenta ubicarse «entre los extremos», y todavía podría modificarse en ambas direcciones conforme avance el debate.

El boceto plantea crear una mesa redonda de alto nivel destinada a apoyar el diseño de estas hojas de ruta, un paso que marca un cambio respecto a la COP28, cuando apenas se logró el compromiso de emprender una transición lejos de los combustibles fósiles.

La quema de petróleo, gas y carbón sigue siendo el principal motor del calentamiento global, un punto que presiona a los negociadores a buscar consensos más ambiciosos.

Además de este espinoso asunto, el contenido propone triplicar los recursos destinados a la adaptación al cambio climático y acelerar la puesta en marcha de los planes nacionales de reducción de emisiones, con el objetivo de mantener el aumento global de la temperatura por debajo del límite de 1,5 grados Celsius, fijado por el Acuerdo de París.

Los delegados brasileños esperan que el texto sea sometido a votación el miércoles, aunque admiten que podría ocurrir entrada la noche debido a la intensidad de las discusiones.

También la presidencia prevé presentar el viernes, día final de la COP30, un segundo documento, esta vez enfocado en asuntos con menor nivel de disputa, entre ellos la relación entre género y clima.

Con el anunciado regreso del presidente Luiz Inácio Lula da Silva al foro, previsto para mañana, Brasil espera dar un impulso político y simbólico que ayude a romper el estancamiento que domina las negociaciones.

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