RAIZ (por sus siglas en inglés) forma parte de un esfuerzo global para acelerar las inversiones en agricultura resiliente y se implementará dentro del marco del Grupo de Activación del Objetivo Clave ocho de la Agenda de Acción de la conferencia.
Liderado por Brasil, el proyecto también recibió en la XXX Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (COP30) el apoyo de otros nueve países, según se anunció en el evento de alto nivel: Australia, Canadá, Alemania, Japón, Arabia Saudita, Nueva Zelanda, Noruega, Perú y el Reino Unido.
Tal iniciativa ayudará a los países participantes en la movilización y asignación estratégica de inversiones públicas y privadas destinadas a la restauración a gran escala de tierras agrícolas improductivas.
El ministro de Agricultura y Ganadería, Carlos Fávaro, recordó que RAIZ se basa en las lecciones aprendidas de Vía Verde y Eco Invest en Brasil, un mecanismo innovador que movilizó aproximadamente seis mil millones de dólares en deuda pública y préstamos comerciales para restaurar hasta tres millones de hectáreas de pastizales.
«Se trata de tres millones de hectáreas que se han incorporado al sistema productivo y, sin duda, esto ya ha permitido a Brasil cosechar la mayor cosecha de la historia en 2025», afirmó.
Con el apoyo de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria se identificaron al menos 40 millones de hectáreas en zonas con algún grado de degradación, refirió.
Precisó que «estas son áreas que pueden recuperarse con inversiones que permitan la refertilización, el aporte de materia orgánica y fertilizantes, y el retorno a una producción de excelencia».
El proyecto RAIZ está coordinado por la cartera de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, en colaboración con la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Coalición para la Alimentación y el Uso de la Tierra (FOLU) y el Consejo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR).
Asimismo, cooperan la Iniciativa de Restauración de Tierras del G20, el Banco Mundial, el Instituto Clima y Sociedad (iCS) y Agroícone.
Los suelos baldíos son menos productivos y resilientes, lo que contribuye a la inseguridad alimentaria y fomenta la expansión hacia ecosistemas naturales, incluida la deforestación.
Estimaciones de la ONU indican que dos mil millones de hectáreas de tierra están degradadas en el planeta, lo cual afecta directamente a tres mil 200 millones de personas.
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