A las 18:00, hora local, el auditorio del capitalino Hotel Camino Real abrirá con el primero, de apenas ocho minutos, del director Carlos Felipe Montoya, que narra parte de la historia de Nicole, una niña que vive en un páramo con su madre.
El material recibió una mención del jurado del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba, en 2015, fue el mejor en su categoría y también destacó por su montaje en Bogoshorts, Bogotá, ese propio año.
Después llegará la obra de suspenso de Cristina Gallego y Ciro Guerra, de 2018, que describe el ascenso y la caída de una familia Wayuú producto de la bonanza marimbera, con reconocimientos en diferentes eventos del mundo.
Colombia figura como el país invitado de honor de la cita y comparte aquí ideas y buenas prácticas para el fomento del séptimo arte, como ocurrió días atrás en una mesa de diálogo con representantes de instituciones chapinas.

En la actividad estuvieron la ministra de Cultura y Deportes, Liwy Grazioso; la embajadora de la nación cafetera, Victoria González, entre otros funcionarios y miembros de organismos vinculados con el desarrollo audiovisual.
Especialistas colombianos ampliaron sobre el funcionamiento de su Ley de Cine, con el objetivo de que los anfitriones puedan evaluar la posible adaptación o integración en este territorio centroamericano.
En la inauguración de la cita, el pasado domingo, González explicó que los últimos 20 años representaron para su país el 75 por ciento del total de largometrajes en más de 100 años.
Desde el 2020 se estrenaron más películas colombianas que en todas las décadas del siglo XX, a la vez que el 2024 registró un récord histórico por tercer año consecutivo, cuando en 14 años atrás apenas salieron 10 largometrajes, detalló la diplomática.
Aunque estas cifras son reales, los retos resultan cada vez más complejos, acotó, mientras señaló que un crecimiento sostenido en la industria requiere replantear la relación con el público, inmerso en las plataformas digitales, la inmediatez y, aparentemente, más escaso en las salas de cine.
En esta 28 edición, los anfitriones compiten con 15 cortometrajes y tres largometrajes en categorías que abarcan animación, ficción, documental y experimental.
El Ícaro reunió cerca de 146 producciones, que se proyectan en ocho sedes, además acoge talleres, conversatorios y actividades formativas.
Este Festival arrancó en 1998 en Guatemala, impulsado por Casa Comal Arte y Cultura y concebido como un espacio para el cine hecho en Centroamérica y para dar pantalla a nuevas voces de la región.
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