En medios locales ni se habla del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que hasta hace pocos meses fue para muchas agencias federales como el ‘cuidado que ahí viene el lobo’.
Funcionarios y exintegrantes de la administración republicana confirmaron discretamente que el DOGE “ya no existe” y todo ocurre cuando le falta ocho meses al contrato de un proyecto que parecía, a juicio de sus creadores, la solución a todos los problemas del gobierno federal.
El DOGE nació justo en enero de este año, tras el regreso de Trump a la Casa Blanca, con la misión de reducir agencias, recortar presupuestos y reorientar funciones hacia las prioridades de Donald Trump.
Musk, que había aportado cerca de 270 millones de dólares de su fortuna para ayudar al triunfo del republicano en las elecciones de noviembre de 2024, recibió como recompensa dirigirlo, pero Scott Kupor, director de la Oficina de Gestión de Personal, admitió este mes que «eso no existe», aclarando que ya no opera como «una entidad centralizada».
El hombre más rico del mundo metido en estas misiones de recorte llegó a promocionar su labor sosteniendo una motosierra y una frase: «Esta es la motosierra de la burocracia».
Sin embargo, la luna de miel entre Trump y Musk concluyó demasiado pronto. El dueño de Tesla y de la red social X dejó de ser un visitante habitual de la mansión ejecutiva y terminaron las imágenes de las excentricidades del empresario rompiendo protocolos con uno de sus hijos sobre los hombros.
Musk dejó su cargo en mayo, después de haber supervisado recortes a la ayuda exterior y la eliminación de miles de empleos federales. Entonces comenzaron los boicots a sus negocios.
Los expertos financieros independientes no han podido verificar si realmente DOGE fue tan bueno como lo indicaba su nombre, porque en este paso efímero dijo que recortó decenas de miles de millones de dólares en gastos, pero no publicó informe detallado acerca de su trabajo.
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