La ceremonia de firmas, celebrada en el Salón Adolfo Luque del estadio Latinoamericano, reunió al joven lanzador de 22 años con autoridades del béisbol cubano, entre ellas Juan Reinaldo Pérez Pardo, presidente de la Federación Cubana, quien acompañó la rúbrica que devuelve al serpentinero al circuito nipón.
Martínez, que este año en la Tierra del Sol Naciente dejó una efectividad de 3.86 en nueve entradas pese a cargar con balance de 0-2, reafirma con este convenio su condición de pieza en ascenso dentro del ecosistema profesional de ese país asiático.
Su firma lo consolida, además, como el cuarto lanzador nacido en Pinar del Río en llegar a ese exigente liga, siguiendo la estela del también zurdo Liván Moinelo, y de los derechos Raidel Martínez y Frank Abel Álvarez.
Dueño de una curva que cae como guillotina de luz y una compostura impropia de su edad, el zurdo mostró en Cuba credenciales de madurez.
En su primera Serie Nacional dejó un balance de 6-2, y en la presente campaña exhibe una victoria sin derrotas en tres aperturas, con solo tres limpias permitidas en 19.2 entradas para un imponente 1.37 de promedio. Sus rivales apenas le conectan para .203, síntoma de que su brazo ha encontrado una ruta de precisión creciente.
Randy Román, heredero de una provincia fértil en brazos, vuelve a lanzarse al desafío nipón como quien abre una puerta antigua hacia un destino escrito en la loma, en la madera del bate y en el silencio reverente de los estadios japoneses.
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