En una publicación en su página web, dicho organismo recordó que los programas de acción contra esos artefactos, a menudo considerados como iniciativas de recuperación a largo plazo, son en realidad intervenciones humanitarias de emergencia que salvan vidas.
Durante la XXII Reunión de los Estados Parte de la Convención sobre la Prohibición de Minas Antipersonal, que continúa esta jornada en Ginebra, un grupo de expertos advirtió sobre las consecuencias de los conflictos a escala global y pidió un mayor apoyo a la labor de quienes trabajan para eliminar esos objetos.
Además, alertaron que los civiles en Gaza, Sudán, Afganistán y Nigeria, entre otros, están en constante peligro.
Según el informe del Monitor de Minas Terrestres, en 2024 un 77 por ciento de las víctimas en Afganistán fueron niños y alrededor de 54 personas mueren allí cada mes a causa de los restos explosivos de guerra, lo que convierte al país en el tercero con mayor tasa de decesos por municiones de ese tipo.
Suelen ser niños, en su mayoría varones. Andan en las colinas cuidando ovejas y cabras, recogen objetos interesantes y juegan con ellos o les tiran piedras, tras lo cual mueren o resultan heridos, señaló el director de desminado en la Misión de Asistencia de las ONU para ese país, Nick Pond.
Asimismo, explicó que, debido a la falta de fondos, de 15 mil personas que trabajaban en la desactivación de minas en 2011 solo quedan mil 300.
En Afganistán, el total de víctimas menores de edad desde 1999 hasta la fecha asciende a 30 mil 154.
Por otra parte, la ONU indicó que en Gaza existe un nivel de contaminación “inmenso”.
Esto amenaza directamente a la población civil y obstruye el apoyo esencial a los 2,1 millones de habitantes de la Franja, al restringir las operaciones humanitarias y ralentizar los esfuerzos de recuperación. Además, hace que la reconstrucción sea extremadamente peligrosa, apuntó.
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