“La progresión clásica de la enfermedad de Parkinson es que la cognición empeora, al igual que los síntomas motores, y algunas personas ya presentan un deterioro cognitivo significativo al momento del diagnóstico”, afirmó el profesor asociado de la Facultad de Salud, Joseph DeSouza, coautor de la investigación.
“Por lo tanto, el hallazgo de que ningún miembro del grupo de danza experimentó un mayor deterioro cognitivo durante seis años nos parece bastante significativo”, aseveró.
El estudio, publicado en el Journal of Alzheimer’s Disease, analizó a 43 integrantes de un grupo con Parkinson que participaba en los programas Sharing Dance Parkinson’s del Ballet Nacional de Canadá y el Dance for Parkinson’s Disease de la Iglesia Trinity St. Paul, y a un grupo de referencia de 28 personas con esta enfermedad que no realizaban ninguna actividad física.
Las clases de baile comenzaban con un calentamiento sentado, seguido de ejercicios de barra y las sesiones finalizaban con bailes de suelo, en tanto a un grupo también se le enseñó una coreografía específica como preparación para una próxima actuación.
Los investigadores descubrieron que las puntuaciones cognitivas del grupo de baile habían mejorado en comparación con el grupo de referencia, donde no se apreciaron cambios o se observó un ligero descenso.
En opinión del autor principal del estudio, Simran Rooprai, estudiante de segundo año de maestría interdisciplinaria en York, la investigación demuestra que la danza podría ayudar a preservar la capacidad cognitiva, o incluso a mejorarla, en personas con Parkinson.
“La danza involucra muchas partes del cerebro. Al bailar, escuchas música, aprendes nuevos pasos, recuerdas las diferentes secuencias e interactúas con otros bailarines, lo que te permite ser consciente de tu entorno. La danza es física, mental y social a la vez”, afirmó el investigador.
arc/lpn





