Mañana, en Nueva Jersey, donde el Prudential Center abrirá sus luces como si anunciara una nueva era, el número uno del mundo, bicampeón del US Open, Wimbledon y Roland Garros, se prepara para un duelo que trasciende lo meramente exhibicional.
Allí lo espera Frances Tiafoe, símbolo de la rivalidad vibrante que aviva las audiencias del tenis estadounidense cada vez que el murciano pisa una pista del país.
Son 21 días desde que Alcaraz se vistió de corto por última vez, en aquella final de las ATP Finals donde apareció la lesión que lo apartó de la Copa Davis. Tres semanas de silencio competitivo que se quiebran con épica: el campeón vuelve, más curtido, más hambriento.
El murciano llega templado por el sol de Florida, donde ha pasado vacaciones, recibido camisetas de los Heat y de los Dolphins, y entrenado al aire libre para afinar ritmo y espíritu.
“En un torneo debes sostener la mente y el cuerpo durante días; en una exhibición, te concentras y explotas toda la energía en una sola batalla”, explicó, dejando claro que incluso en un formato distinto su ambición no se rebaja.
El lunes estará de vuelta a la Capital del Sol para enfrentar al joven carioca Joao Fonseca; luego, el viaje de vuelta a España para iniciar la pretemporada, esta vez junto al héroe italiano de Copa Davis, Flavio Cobolli. Pero hoy, y ante la mirada del continente, lo que importa es una certeza: el rey del tenis moderno ha regresado para reclamar su escenario.
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