Dirigido por Ernesto Martínez, el título extendido de esta producción es «El diablo fuma (y guarda las cabezas de los cerillos quemados en la misma caja)» y recorre la historia de los miedos de cinco jóvenes estoicos abandonados por sus padres y esos mismos temores se entremezclan con los de su abuela esquizofrénica, quien ahora los cuida.
La trama de la película va difuminando y disolviendo gradualmente el límite entre la realidad y la imaginación.
En rueda de prensa, parte del elenco de la cinta explicó como se desarrolló el rodaje, la producción.
Representando este filme la directora de casting, Michelle Betancourt, explicó que es una obra la cual aporta una mirada compleja hacia la infancia.
Como todos los miedos, los de la abuela van mermando poco a poco en el inconsciente, indicó Betancourt.
Esto a su vez va trayendo consecuencias en la realidad de los muchachos, añadió.
Mi caso, estoy encargada del proceso actoral y en la mayoría de los niños fue su primera experiencia cinematográfica como actores.
El director y yo trabajamos mucho tiempo con estos jovencitos y lo único que podía sostener la actuación eran los vínculos, destacó.
La película a nivel conceptual simula un poco cómo funciona la memoria, agregó.
Respecto al trabajo con infancias, este fue un proceso de casting largo; empezamos en un primer filtro con 300 niños y luego 150 presencial, apuntó.
Creo que algo que funcionó mucho y algunos directores no tienen esa sensibilidad es como mirar a alguien frente a frente y ver cómo se nutre tu personaje de esa persona. Al final no se puede huir de lo que cada cual es y es en el proceso de casting que esos personajes que eran de papel toman vida, cuerpo, puntualizó.
La directora de casting explicó que el equipo hizo un trabajo de alrededor de dos meses y coincidimos todos que si no lográbamos vincular a las infancias con todo este proceso no íbamos a poder hacer la película, señaló.
«El diablo fuma» es un filme de reflexión, de amor a la familia y de apego a los sentimientos.
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