Texto y fotos: Fady Marouf
Sus casas talladas en la roca y sus monasterios centenarios conservan una herencia que, pese a los desafíos de los últimos 14 años de guerra, sigue viva en la memoria y en la vida cotidiana de sus habitantes.
El convento de Santa Tecla, uno de sus espacios más emblemáticos, atrae desde hace siglos a peregrinos cristianos y musulmanes que veneran a la santa como figura de piedad y protección.

La tradición local sostiene que Tecla, discípula de San Pablo, encontró refugio en las montañas de Maloula cuando la roca se abrió para permitirle escapar de la persecución, un relato que forma parte del patrimonio espiritual compartido por la población.
En las calles estrechas de la localidad todavía se escuchan expresiones en arameo occidental, la lengua que, según los especialistas, se hablaba en tiempos de Jesucristo. Sin embargo, su futuro enfrenta riesgos considerables.

En declaraciones a Prensa Latina, el profesor y lingüista Joseph Zarour, uno de los principales defensores de este patrimonio inmaterial, advirtió sobre la gravedad de la situación. El arameo está en peligro real de extinción. Lo hablamos en los hogares, en algunas celebraciones, pero cada año disminuye el número de hablantes. Si no intervenimos ahora, podríamos perderlo para siempre”, afirmó con preocupación.
Zarour explicó que, aunque la comunidad local realiza esfuerzos por enseñar el idioma a las nuevas generaciones, estos resultan insuficientes sin apoyo institucional y académico.
Necesitamos centros de enseñanza, material didáctico, programas de estudio y reconocimiento oficial. El arameo no debe ser visto solo como un símbolo cultural, sino como parte esencial de la identidad siria. Si Siria pierde su lengua ancestral, pierde una parte de su alma, declaró a esta agencia.
Relevó además, que solo mil 500 personas hablan este idioma y atribuyó esto a la guerra, la emigración y las condiciones climáticas que obligaron a los habitantes a desplazarse a otros lugares.
La convivencia entre cristianos y musulmanes ha sido históricamente uno de los pilares de la vida en Maloula. En recorridos realizados por Prensa Latina, residentes de ambas comunidades expresaron que ese espíritu de fraternidad sigue intacto. “Aquí crecimos juntos; celebramos nuestras fiestas, nos visitamos y nos apoyamos unos a otros. La religión nunca ha sido una barrera”, afirmaron Jorge y Mohammed, dos habitantes musulmán y cristiano.
A pesar de los desafíos enfrentados en los últimos años, incluidos daños materiales y desplazamientos temporales, los habitantes han trabajado en la restauración de iglesias, viviendas y sitios arqueológicos, impulsando así el renacimiento cultural de la localidad.
Zarour subrayó que esta reconstrucción también debe incluir la revitalización de la lengua. “Reconstruir piedras es importante, pero reconstruir palabras es vital. Si preservamos el arameo, preservamos el espíritu de Maloula”. Hoy, Maloula se reafirma ante el mundo como un ejemplo de coexistencia pacífica y un recordatorio de la profunda riqueza cultural de Siria.
En la voz de sus habitantes, en las oraciones que aún se recitan en arameo y en la solidaridad cotidiana entre vecinos, la localidad continúa enviando un mensaje claro: los pueblos pueden vivir unidos, incluso en medio de la diversidad, cuando comparten valores de respeto, memoria y esperanza.
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