“De este noble pueblo aprendemos que no existe poder militar, presión económica ni guerra psicológica capaz de doblegar la voluntad de una nación unida en torno a su derecho soberano a decidir su propio destino”, remarcó el diplomático.
En un acto por el 36 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas y los 195 años de la siembra eterna del Libertador Simón Bolívar, Fernandes elogió el proceso de Doi Moi acometido por Vietnam en 1986, un ejemplo de renovación y desarrollo con identidad propia y de que es posible avanzar con creatividad, justicia social y soberanía.
Refiriéndose a la cooperación bilateral, sustentada en el Acuerdo Marco de Cooperación Integral y en el Comité Intergubernamental de Alto Nivel, dijo que continúa fortaleciéndose en áreas estratégicas como la energía, la agricultura, el comercio, la educación y el turismo.
Más allá de los proyectos concretos, enfatizó, compartimos un capital invaluable: la convicción profunda de que un mundo multipolar, justo, equilibrado y respetuoso de la diversidad de los pueblos no solo es posible, sino imprescindible para la paz global.

El embajador venezolano aludió también a la actual situación en el Caribe, declarado zona de paz, donde “se ciernen nuevas amenazas que buscan revivir doctrinas anacrónicas de dominación”.
La creciente presencia militar de Estados Unidos, el incremento de ejercicios navales intimidatorios, las medidas coercitivas unilaterales e ilegales, y los intentos de aislamiento contra pueblos soberanos, conforman una estrategia de cerco y asfixia que viola el Derecho Internacional y los principios de la Carta de Naciones Unidas, denunció.
Fernandes afirmó que, frente a esta ofensiva la respuesta de Venezuela, fiel al pensamiento y ejemplo de Bolívar, es clara, serena e inquebrantable: primero, fortalecer una Diplomacia de Paz, activa, soberana y dinámica, orientada al diálogo, a la cooperación y a la construcción de alianzas basadas en el respeto mutuo y la igualdad entre los Estados.
Segundo, añadió, la unidad latinoamericana y caribeña, convencidos de que solo unidos podremos preservar nuestra independencia y garantizar el bienestar de nuestros pueblos, tal como lo soñó el Libertador, y tercero el fortalecimiento integral de la defensa nacional.
“Defender la independencia no es un acto de confrontación, sino un deber histórico y una responsabilidad legítima ante las futuras generaciones”, recalcó el embajador y destacó que “en este camino de resistencia creadora y de construcción soberana, Venezuela no está sola”.
El Libertador nos legó un principio irrenunciable: la soberanía como esencia de la libertad, que es hoy el escudo moral y político de la República Bolivariana de Venezuela, subrayó Fernandes, quien reafirmó “nuestra vocación de paz y nuestra firme decisión de no renunciar jamás a nuestra independencia”.
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