Mañana en Foz de Iguazú, ciudad en el sur del país, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay tenían previsto sellar el tratado durante la Cumbre del Mercosur.

Sin embargo, la falta de consenso interno entre las naciones europeas llevó a Bruselas a aplazar la decisión hasta enero, generando malestar entre los gobiernos sudamericanos, que consideran agotado el proceso de negociación iniciado hace casi tres décadas.

Las advertencias desde el Mercosur no tardaron en llegar. Tanto Brasil, que deja la presidencia pro tempore del bloque, como Paraguay, que la asumirá este sábado, dejaron claro que una nueva dilación podría significar el cierre definitivo del diálogo con la UE.

El canciller brasileño, Mauro Vieira, sostuvo que, de no concretarse el acuerdo, el bloque redireccionará sus esfuerzos hacia otros mercados estratégicos.

Figuran entre las alternativas mencionadas Canadá, Reino Unido, Japón y varios países asiáticos, además de socios que buscan actualizar acuerdos vigentes, como India.

Por su parte, la UE descartó votar la aprobación del tratado en los plazos inicialmente previstos y otorgó más tiempo a Italia para analizar su impacto interno.

La oposición de Francia y las reservas planteadas por Roma impiden, por ahora, alcanzar la mayoría calificada necesaria para avalar el pacto.

En una conversación directa con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, expresó su disposición a firmar el acuerdo, pero solicitó un plazo adicional para atender las demandas del sector agrícola de su país, uno de los principales focos de resistencia.

Lula confirmó que trasladará esta petición a los socios del Mercosur durante la cumbre.

Más allá del acuerdo con la UE, la agenda del bloque incluye debates sensibles. Uno de ellos es la aceptación o no de las salvaguardas aprobadas recientemente por Europa, que buscan limitar un aumento abrupto de importaciones agrícolas sudamericanas. Brasil ya manifestó preocupación por estas medidas.

En materia económica, se revisará el estado de las negociaciones comerciales con otros países y bloques, así como la posible incorporación definitiva de los sectores automotriz y azucarero al arancel externo común, actualmente excluidos.

Finalmente, figura en el temario la renovación del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur, instrumento clave para reducir desigualdades internas y que ha financiado decenas de proyectos por cerca de mil millones de dólares, además de evaluar la inclusión de Bolivia en este mecanismo.

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