Según la FAB, el aparato sospechoso fue detectado por los radares del Sistema de Defensa Aeroespacial Brasileño.
Volaba sin plan de vuelo y con matrícula no identificada, lo que motivó la implementación de medidas.
En la operación se emplearon cazas A-29 Super Tucano y una aeronave de alerta temprana aerotransportada E-99.
Durante la interceptación, los pilotos de la FAB realizaron reconocimiento visual e intentaron comunicarse por radio.
Tras estas acciones, el piloto de la avioneta sospechosa realizó un aterrizaje forzoso en una pista de aterrizaje de tierra ubicada a unos 15 kilómetros al sur del municipio de Amajari, aproximadamente a 60 kilómetros de Boa Vista, capital estadual.
La FAB envió entonces un equipo en un helicóptero H-60 Black Hawk al lugar del aterrizaje. La aeronave fue encontrada abandonada, con daños estructurales derivados del aterrizaje forzoso, pero no se localizó al piloto.
Tal acción formó parte de la Operación ZIDA 41, cuyo objetivo es frenar los vuelos irregulares y las actividades aéreas ilícitas mediante acciones integradas entre la FAB y las agencias de Seguridad Pública.
El 19 de noviembre, en una maniobra similar, un aeroplano fue destruido. En esa ocasión, se ejecutaron medidas de intervención, consistentes en ordenar al aparato interceptado que modificara su ruta, con el objetivo de forzar un aterrizaje en un aeródromo indicado por la FAB.
Como el piloto, que pudo huir después, no obedeció, se realizó un tiro de aviso. «La aeronave fue reclasificada como hostil y recibió un disparo de advertencia para impedir la continuación del vuelo», informó la FAB en ese momento. El avión tenía una matrícula alterada y fue incendiada.
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