En declaraciones a Prensa Latina, la presidenta de la Asociación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira, consideró como impresentable e insólito el deseo del futuro gobernante de residir en un lugar que es un sitio de memoria.
Junto con grupos defensores de derechos humanos y de familiares de detenidos desaparecidos durante la dictadura (1973-1990), dijo, consideramos que el fin último es instalar el negacionismo y el discurso de odio al interior del recinto y eliminar el recuerdo de Salvador Allende.
Allí se conserva en perfecto estado el despacho del presidente, así como un busto erigido en su memoria y varios artículos personales.
Estamos en alerta, destacó Lira a esta agencia, y señaló que el espíritu y la obra de Allende están vivos en el interior del palacio.
Un artículo publicado en el periódico El Siglo también abordó el tema con opiniones de varias personalidades.
El exasesor del gobierno de Gabriel Boric, Alfredo Riquelme, indicó que ni siquiera el dictador Augusto Pinochet, que ordenó bombardear La Moneda, se atrevió a instalarse allí con su familia.
La edificación, diseñada por Joaquín Toesca, comenzó a construirse en 1786 y quedó inaugurada en 1805 como la Real Casa de La Moneda, pero en 1845 se convirtió en la sede del gobierno por orden del entonces presidente Manuel Bulnes.
A partir de entonces también fue la residencia de los jefes de Estado y su familia, y así lo hicieron José Manuel Balmaceda, Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda y Gabriel González Videla, si bien en 1952 Carlos Ibáñez del Campo rompió esa tradición.
Desde entonces los dignatarios vivieron en sus propias residencias o en inmuebles adecuados para tal efecto por el Estado.
El presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, Rodolfo Jiménez, afirmó que desde hace décadas el palacio funciona como sede de trabajo de un gran número de personas, con dinámicas de seguridad y protocolo pensadas para oficinas y ceremonias y no para vida familiar privada.
El historiador Cristóbal García-Huidobro señaló que Sebastián Piñera se mantuvo en su residencia, mientras que Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Michelle Bachelet y Gabriel Boric compraron o arrendaron cerca del Palacio.
También el presidente Allende vivió en su casa de la calle Tomás Moro, en la comuna de Las Condes y de allí salió para su despacho el 11 de septiembre de 1973, día del golpe de Estado.
El palacio que había sido declarado Monumento Histórico de Chile en 1951, sufrió la ignominia de ser bombardeado por la Fuerza Aérea y el Ejército de Chile durante la asonada encabezada por Augusto Pinochet.
La decisión final de si Kast podrá, o no, habitar el lugar depende del Consejo de Monumentos Nacionales.
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