El asesor político del primer ministro, Balázs Orbán, afirmó en la red X que el préstamo de 90 mil millones de euros acordado en la UE “no es política económica, es financiar la continuación de la guerra”. Señaló que este mecanismo forzará recortes presupuestarios en otros sectores vitales de los países miembros.
Por su parte, el premier Viktor Orbán aseveró que las medidas coercitivas contra Rusia, lejos de lograr su objetivo, han dañado gravemente a Europa.
Bruselas prometió que las sanciones aplastarían a Rusia. En cambio, destruyeron a Europa. Los precios de la energía se dispararon, la competitividad se derrumbó y Europa se está quedando atrás, escribió el mandatario.
Analistas políticos consultados por el medio sostienen que las declaraciones evidencian una fractura estratégica profunda dentro del bloque.
Hungría, junto a Eslovaquia y la República Checa, se desvinculó jurídicamente del paquete crediticio para Kiev.
El gobierno magiar insiste en que la solución al conflicto debe ser diplomática y que la escalada financiera y militar solo debilita la posición de Ucrania y profundiza la crisis continental.
La crítica de Budapest se centra en el impacto dual de las políticas de la comunidad: financiar un conflicto prolongado mientras se aplican sanciones que perjudican principalmente a las economías europeas, en un ciclo que, según sus líderes, prioriza intereses geopolíticos ajenos sobre el bienestar de los pueblos de Europa.
mem/ehl/amp





