El Kennedy Center o Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, que fue fundado en 1971 como un memorial en honor al asesinado presidente demócrata el 22 de noviembre de 1963, pasará a ser el Centro Conmemorativo de las Artes Escénicas Donald J. Trump y John F. Kennedy.
Así los dispuso la junta de fideicomisarios del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas -cuyos miembros fueron designados por Trump-, que votó la semana pasada para modificar el nombre de la institución y rendir los respetos no solo al expresidente, sino también al actual ocupante del Despacho Oval.
“La Junta de Fideicomisarios del Centro Kennedy votó de forma unánime (…) para nombrar la institución como Centro Conmemorativo de las Artes Escénicas Donald J. Trump y John F. Kennedy”, dijo la portavoz Roma Daravi en un comunicado.
De esa forma el apellido del mandatario republicano queda delante en el nuevo nombre del recinto.
Pero la decisión generó rápidamente preocupaciones legales. Los demócratas están molestos. La representante por Ohio Joyce Beatty presentó una demanda contra el presidente Trump en la que advierten que la decisión de la junta fue ilegal.
La congresista argumentó que la ley exige que cualquier cambio en ese sentido no puede ser administrativo, porque solo es competencia expresa del Capitolio y calificó lo ocurrido como «una completa vergüenza» para la institución.
El abogado de Beatty afirmó que el cambio de nombre «viola la Constitución y el estado de derecho», al subrayar que fue el Congreso el que estableció oficialmente el nombre del conocido centro cultural.
Según el diario The New York Times, un alto funcionario de la Casa Blanca declaró que la administración rechaza esa interpretación legal y no espera que el Congreso se inmiscuya para revertir lo que decidió la junta.
Mientras, circularon las imágenes del momento en que el viernes la fachada del emblemático edificio citadino veía añadir el nombre de Donald Trump.
Además del Kennedy, también hubo modificaciones en el Instituto de Paz, que pasó a ser Instituto Donald J. Trump para la Paz; el próximo año se podrán comprar medicamentos en TrumpRx, y los recién nacidos, si sus padres lo desean, podrán abrir las “Cuentas Trump”.
Por su parte los extranjeros ricos no tendrán problemas con sus visas, porque la ganarán si compran la Trump Gold Card y recién acaba de anunciar la construcción de la “Flota Dorada” para modernizar los buques de guerra de la Marina y el diseño de los barcos serán de la “clase Trump”.
Al propio tiempo intenta dejar su sello en la Casa Blanca: levanta un lujoso salón de baile de casi 400 millones de dólares a costa de la criticada demolición en el Ala Este de la Casa Blanca; pavimentó el césped del emblemático Jardín de Rosas; instaló enormes banderas de Estados Unidos y recargó el Despacho Oval con adornos dorados.
Hace poco remodeló un pasillo del Ala Oeste para transformarlo en lo que llamó el ‘Paseo de la Fama Presidencial’ y recién se añadieron allí una serie de placas que contará la historia a su gusto.
“El Paseo de la Fama Presidencial perdurará como un testimonio y tributo a la Grandeza de Estados Unidos”, señala la placa introductoria. En la galería abundan las críticas al estilo Trump, en especial hacia sus predecesores demócratas.
Nada, que cuando llegue la próxima toma de posesión presidencial, el 20 de enero de 2029, tal vez poco quede aquí sin su nombre y su sello.
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