Con solo acercarse a los centros comerciales, saltan a la vista el tráfico lento, estacionamientos repletos o los pasillos de los mercados abarrotados de visitantes, familias enteras que dejan a un lado las sorpresas y llegan para escoger sus presentes de fin de año.

Al presupuesto mínimo- para quienes puedan asumir de sus bolsillos- algunos medios de prensa como el diario La Prensa aseguran que deben sumar los costos de una cena, en el orden los 100 dólares; y añada a ello arreglos domésticos o pintura para decorar la vivienda, en resumen el mes del mayor gasto familiar.

Los informativos apuntan que ese panorama de ansiedad en el consumo contrasta con indicadores económicos, como por ejemplo el auge del desempleo, por encima del 10 por ciento, según datos extraoficiales o una deuda pública que supera los 58 mil millones de dólares.

Para el Gobierno, se espera un mejor ciclo económico en 2026, pero recientemente la Comunidad de Estados latinoamericanos y Caribeños (Cepal) redujo su expectativa de crecimiento a 3,7 por ciento y no al 4,8 que pronosticó antes.

La Cepal precisó que Panamá ha mostrado resiliencia gracias al dinamismo del sector servicios, el consumo privado y su papel como plataforma logística y financiera regional.

También alertó que el menor crecimiento del empleo y la pérdida de impulso del consumo limitarán la expansión en los próximos años.

Pero en buena medida, en estas fiestas decembrinas, las familias ponen a un lado esas penurias mayores y se sumergen en una mezcla de tradiciones religiosas y culturales como la confección en casa de la rosca (un pan de huevo dulce en forma de corona, popularizado por su sabor y su uso para hacer sándwiches de pavo post-navidad).

No puede faltar además la decoración de las casas con luces y árboles y la añorada cena familiar con platos típicos como tamales, pavo y arroz con guandú, todo ello acompañado de bebidas como el ron ponche y la chicha de saril.

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