Salvo la ascendente ultraderecha de Vox, que prefirió guardar silencio, todas las organizaciones españolas valoraron las palabras de Su Majestad en un momento de alta tensión en el país ibérico.

Sin embargo, al menos esta vez, el gobernante Partido Socialista (PSOE) y el conservador Partido Popular (PP), destacaron las palabras del monarca animando a la convivencia, con una petición expresa a la ejemplaridad de los poderes públicos, en medio del hastío de la sociedad.

Felipe VI alertó sobre la crisis de confianza de las sociedades democráticas, que nutre a extremismos, radicalismos y populismos, con un llamado al diálogo constructivo, al recordar la etapa de la Transición que permitió encaminar al país hacia la democracia después de la fatídica dictadura franquista.

Abarcó en sus palabras desde los problemas internos con la corrupción y la crisis por el acceso a la vivienda, hasta el cuestionado multilateralismo y las descalificaciones al orden mundial establecido después de la Segunda Guerra Mundial.

Tanto el PSOE como el PP aplaudieron el discurso del soberano con mensajes difundidos en redes sociales, entre ellos del líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, y de la dirigente socialista Cristina Narbona.

Sin embargo, el resto de la izquierda y formaciones independentistas, expresaron en duros términos el rechazo al mensaje navideño de Felipe VI y en muchos casos, volvieron a cuestionar la validez de la monarquía en España.

La crítica más visceral fue de Podemos, que calificó al re y de «nieto político» de Francisco Franco, mientras que el movimiento se manifestó decepcionado.

Ione Belarra, líder de Podemos, y la eurodiputada de la misma formación Irene Montero, dijeron que Felipe VI alimenta «de manera irresponsable el auge de la ultraderecha, el racismo y el nacionalismo más rancio».

Izquierda Unida lamentó, por su parte, que el monarca esté muy distanciado de la realidad, mientras los independentistas catalanes de Junts y ERC consideraron que se trató de unas palabras surrealistas.

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