Fotos: Marila Sarduy
Me hace muy bien bailar para un público que sé que ama la danza, yo soy una amante y una protectora de este arte, y bailar para un público apasionado por lo que hago es un regalo enorme, va a ser una fiesta, comentó entusiasmada tras el primer ensayo en el Ballet Nacional de Cuba (BNC).
En el salón azul de la compañía, el favorito de la legendaria Alicia Alonso, Nela –como le dicen montones de personas- parecía un sol, con una energía y un carisma único; sin embargo, ante los medios de prensa habló de ella como una eterna aprendiz y se deshizo en elogios sobre el cubano Patricio Revé.

Al joven que la acompañará en el protagónico de Don Quijote, en el Teatro Nacional de Cuba, lo describió como “pura luz en el escenario y una inspiración enorme”, pues la hace acordarse de sus años de bailar en el Reino Unido junto a otra estrella de esta isla caribeña: Carlos Acosta.
Núñez percibe en ambos una forma similar de sentir la danza y valora trabajar con alguien a quien siente ir en el mismo camino que ella, además, aprecia su técnica impecable, gran habilidad como partenaire y la seguridad que transmite.
A Revé lo descubrió este año en Londres, cuando asistió a una función de Romeo y Julieta protagonizada por su colega del Royal Ballet, Natalia Osipova (primera bailarina rusa), y este artista invitado de la compañía británica.
Me quedé así como… ¡guau!, fue hermoso verlo y dije: tengo que bailar yo algún día con este chico y, meses después, se me dio, pude bailar con él en el Teatro Colón Don Quijote y fue increíble la química, lo admiro muchísimo y es un lujo realmente estar en las manos de él, confesó la “Messi del ballet”.
Nela no es una diosa solo en su natal Argentina, donde le otorgan calificativos como este; en Rusia le confirieron el codiciado Benois de la Danse, equiparado al Oscar en esta manifestación; y en Reino Unido el rey Carlos III la nombró, en 2024, Oficial de la Orden del Imperio Británico.
Montones de premios encumbran la carrera de la artista de 43 años, que en el salón de clases se transforma en una “niña” ansiosa por aprender hasta el infinito, una chica atenta, disciplinada y cómplice, pendiente de los detalles y en perpetua búsqueda de la perfección.
Para Núñez la creación de un personaje dentro de una obra es un trabajo que no culmina nunca, un producto sin terminar y, tal vez, el dominio de esa “sensación de saber que no alcancé lo que me gustaría alcanzar”, como detalló a Prensa Latina, la ha impulsado a superarse sin límites.
Ella solo habla de insatisfacción perenne, pero no cuesta atar cabos para dilucidar cómo llegó al pináculo de la danza, un arte por el cual desborda tanta pasión que no le pesan las rutinas: equipara la clase diaria de ballet al “pan nuestro de cada día”, hace mucho Pilates y se rodea de los mejores maestros posibles.
Cuando supo que vendría a actuar en Cuba, acudió a una de las joyas del ballet cubano, la maestra Loipa Araújo, discípula directa de Alicia y Fernando Alonso, pues la conoce desde que tiene 14 años y la admira profundamente.
Maestras como ella hay muy pocas, se cuentan con una mano en el mundo. Ve algo y lo soluciona en el momento, con una corrección, pero su excelencia va más allá de eso, ella entiende de manera particular a cada bailarín, subrayó.
La habilidad de la pedagoga y directora artística asociada del English National Ballet (desde 2012) para comprender su personalidad, entender la manera propia de bailar y expresar las correcciones le parece de “gran sicóloga”.
A punto de encarar la primera función, bailar para un público como el cubano le sabe a un vínculo con reciprocidad garantizada: “sé que voy a recibir mucho cariño, pero van a recibir mucho cariño de mi parte”, exclamó con prodigiosa dulzura.
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