Dicha exhibición culmina un periodo de dos años desde que unos turistas entraron a la cueva del Farallón, del Valle de Viñales, en la provincia de Pinar del Río, y encontraron que al fondo del techo había incrustados unos huesos muy particulares, explicó el doctor en Ciencias Geológicas Manuel Iturralde.
Una vez que los científicos cubanos comenzaron a inspeccionar el esqueleto contenido en las rocas, surgieron enseguida las preguntas sobre qué tipo de animal era, qué antigüedad tenía, si era marino o terrestre y cómo llegó y murió en esa cueva extremadamente peligrosa y resbalosa.
Comentó el destacado geólogo que tomó dos años poder dar respuesta a todas esas interrogantes, que desde ahora son ofrecidas a través de un documental (Los enigmas de la cueva del Farallón), un videojuego, la referida exposición y un libro sobre el tema.
La muestra es promovida por la Empresa de Tecnologías de la Información y Servicios Telemáticos Avanzados (Citmatel), del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, dijo Mariana Sacker, comunicadora de la entidad.
Los ictiosaurios, grandes reptiles marinos con cierto parecido al delfín, pero con un pico más largo y dientes agudos, son un orden extinto de saurópsidos ictiopterigios, que vivieron desde el Triásico Inferior hasta el Cretácico Superior, en lo que hoy es América, Europa y Asia.
Determinaron los expertos que el esqueleto petrificado, hallado a fines de 2023, es un ictiosaurio, posiblemente del tipo Ophthalmosaurio, un reptil marino adaptado a nadar rápido y a grandes profundidades, que vivió en el mar Caribe primitivo al final del Jurásico, hace entre 145 y 147 millones de años.
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