Cornil-Baïotto como embajadora en 2026 del programa de investigación cósmica ALMA.
Ese centro consta de 66 antenas que funcionan como un solo telescopio gigantesco y está instalado en el llano de Chajnantor, desierto de Atacama, a cinco mil metros de altura, donde la atmósfera casi no contiene vapor de agua.
Su propósito es estudiar la formación cósmica, el nacimiento de estrellas y galaxias, buscar rastros del big bang, así como dar respuesta a los orígenes de la vida.
ALMA (Atacama Large Milimeter/submilimeter Array) funciona con una precisión de una billonésima de segundo y constituye una herramienta que permite estudiar el universo como si fuera a simple vista.

Este es un ejemplo de cooperación científica internacional, financiado y operado por el Observatorio Europeo Austral, instituciones de Estados Unidos y de Asia oriental y Chile.
El papel de Carla Cornil-Baïotto como primera chilena embajadora de ALMA será liderar talleres destinados a la comunidad astronómica nacional para la preparación de propuestas de observación vinculadas con este radiotelescopio, el más grande del mundo.
Una publicación de la Universidad de Valparaíso, donde realiza estudios de doctorado en Astrofísica, señala que, como parte del programa participará en febrero y agosto en Virginia, Estados Unidos, en cursos de capacitación y presentará sus investigaciones científicas.
El programa de Embajadores de ALMA busca fortalecer las capacidades de las comunidades académicas mediante la preparación avanzada en observación, análisis de datos y formulación de propuestas.
En el desierto de Atacama, ubicado en el norte de Chile, existen numerosas instalaciones de observación e investigación astronómica gracias a que allí las noches son las más oscuras y prístinas del planeta.
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