Esta semana el presidente Abdel-Fattah El-Sisi y el canciller Badr Abdelatty sostuvieron por separado varios contactos con autoridades de diversas latitudes para analizar el tema.

Ayer el mandatario recibió aquí al jefe de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, William Burns, quien arribó a esta capital para participar en la nueva ronda de negociaciones indirectas entre Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas).

Según un comunicado oficial, El-Sisi llamó otra vez a la comunidad internacional a asumir sus responsabilidades para detener la guerra en Gaza y reafirmó el rechazo de Egipto a las operaciones militares israelíes en el enclave costero.

También subrayó la necesidad de garantizar una entrega adecuada de ayuda humanitaria a los gazatíes y pidió medidas efectivas para evitar que el conflicto se propague por Oriente Medio. Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores, Emigración y Asuntos de Expatriados dialogó por teléfono con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken.

El jefe de la diplomacia egipcia también conversó la víspera por la misma vía sobre el tema con su homólogo británico, David Lammy, y el lunes se entrevistó con el comisionado general del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio, Philippe Lazzarini.

Egipto se convirtió en 1979 en el primer país árabe que estableció relaciones diplomáticas con Israel, pero la agresión contra la Franja, iniciada hace nueve meses, creó una crisis bilateral sin precedente.

En varias oportunidades El Cairo rechazó el desplazamiento forzado de la población palestina desde ese enclave costero hacia su territorio nacional, como insinuaron varias veces funcionarios israelíes.

También reclamó el fin de los combates, la entrada de un mayor volumen de ayuda humanitaria y del bloqueo impuesto a ese territorio.

En mayo último la tensión escaló cuando el Ejército israelí ocupó el paso de Rafah, en la frontera entre Gaza y Egipto.

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