La condena implica una perpetuidad “irreducible” o “real”, una sanción particular de la justicia en Francia que busca que los culpables de delitos muy graves prácticamente no tengan la posibilidad de salir de la cárcel, castigo aplicado también a Salah Abdeslam por los atentados que provocaron 130 víctimas mortales en noviembre del 2015.
Para su dictamen la corte tuvo en cuenta la naturaleza del crimen perpetrado por Aouissaoui el 29 de octubre del 2020 en la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción de Niza, donde casi decapita a una de sus víctimas, degolló a otra y propinó más de 20 puñaladas a una tercera.
El lunes, el terrorista reconoció por primera vez su responsabilidad en los hechos, después de negar que cometiera los tres asesinatos o decir que no se acordaba de nada.
Según la Fiscalía, el condenado tuvo una mala conducta en la prisión, con amenazas y riñas.
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