Una declaración de la entidad recordó que, tras ocupar Corea, el imperialismo japonés se llevó a la fuerza más de ocho millones de jóvenes para que trabajaran en campos de guerra y dejó morir a miles bajo los ataques aéreos norteamericanos a las ciudades de Tokio y Osaka.
Tras denunciar que los muertos fueron enterrados en tumbas colectivas, sin siquiera identificarlos, apuntó que, a 80 años de ese abominable e imprescriptible crimen, todavía se escucha el clamor de las almas de quienes murieron y fueron sepultados en esas circunstancias.
La Asociación conminó a Japón a investigar los hechos, publicar los resultados, pedir disculpas por su execrable comportamiento e indemnizar a las víctimas del reclutamiento forzoso y a sus familiares.
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