Según HRW, el gobierno usó armas prohibidas que provocaron decenas de víctimas fatales y heridas en la población civil, lo cual fue calificado como un crimen de guerra.
Testigos presenciales citados por esa Organización No Gubernamental (ONG) señalaron que en cuatro ataques contra las ciudades de Nasir, Longechuk y Ulang, en el estado del Alto Nilo, murieron 58 personas, mientras otras resultaron gravemente heridas por las quemaduras.
Por otra parte se conoció que luego de la detención del líder Riek Machar, la rama política del Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanés en la Oposición (SPLM-IO), declaró la víspera al presidente interino del partido, Stephen Kuol Par, como su sustituto.
La decisión de sustituir a Machar, que está bajo arresto domiciliario desde finales de marzo, fue firmemente impugnada por la rama armada del movimiento (SPLA-IO), en su mayoría leal al ex vicepresidente del país.
Según algunos analistas, los problemas en el principal partido de la oposición podrían amenazar aún más la frágil paz que vive el país desde 2018.
En Sudán del Sur, tras varios años de guerra civil, los líderes políticos enfrentados firmaron un acuerdo de paz en 2018 y en agosto de 2022 suscribieron ampliar el período de transición que debía expirar en febrero de 2025 con elecciones previstas para diciembre de este año, luego de varios retrasos.
Este país del noreste de África solo tiene 13 años de independencia, luego de haberse separado de su vecino del norte, Sudán, el 9 de julio de 2011.
La autodeterminación lograda tras un histórico referendo lo convirtió en Estado soberano, pero también precipitó su división política, que exhibió una profunda rivalidad étnica que puede resurgir en un futuro en las urnas.
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