Los rojiazules hicieron la tarea anoche en un Parque de los Príncipes delirante para dejar en el camino a un tercer club inglés consecutivo, el Arsenal, antes despacharon en octavos al favorito Liverpool y después en cuartos al Aston Villa, en su camino para conquistar un trofeo que falta en sus vitrinas, la copa “orejona” de la Liga de Campeones de fútbol.

Aún no hemos terminado y queremos realmente ir a buscar esta final, afirmó la víspera el veterano defensor brasileño y capitán Marquinhos, cuando aún los parisinos vivían en el estadio de casi 50 mil butacas el éxtasis de la clasificación a la discusión del codiciado título por apenas segunda vez en 55 años de existencia del equipo .

Atrás quedó una clasificatoria sufrida, en la que el PSG rozó la eliminación y la tristeza por la partida de su estrella Kylian Mbappé, firmado en el verano pasado por el Real Madrid.

La cita ahora es para el 31 de mayo en la Allianz Arena de Múnich, donde espera un rival también con la confianza por los cielos, después de apartar en la otra semifinal al Barcelona de Lamine Yamal en un espectacular duelo y de frustrar en cuartos el sueño del Bayer de Múnich de buscar la corona en casa.

El Inter de Milán no es cualquier cosa, los negriazules tienen a su favor el peso de una camiseta seis veces finalista en la Champions, la más reciente hace apenas dos temporadas, y tres estrellas de monarca al máximo nivel europeo (1964, 1965 y 2010).

Luis Enrique, el entrenador del PSG, no ignora el palmarés de la escuadra italiana, ni el obstáculo que representa en las aspiraciones de llevar a la Ciudad de la Luz a una campaña perfecta o casi perfecta, nunca antes festejada en los Campos Elíseos o la Torre Eiffel.

Al Inter lo conozco, no olvidemos que es la segunda final en tres años para ese club, un equipo ya hecho, con muy pocos cambios respecto al 2023 (cuando perdió con el Manchester City), el mismo entrenador (Simone Inzaghi) y la misma mentalidad, que sabe jugar bien con y sin balón, físicamente suerte y con dominio de las jugadas a balón parado, declaró a la prensa.

El técnico precisó que analizará con profundidad al rival italiano y mencionó su experiencia, tanto por la edad de los jugadores como por su trayectoria en el fútbol.

No obstante, insistió en los objetivos fijados desde su llegada al PSG, conquistar trofeos y apuntar a la historia.

Para los rojiazules, la final del 31 de mayo en Múnich seguirá a la de la Copa de Francia una semana antes, en la que serán amplios favoritos para levantarla por decimosexta ocasión, frente a un Reims que avanzó de manera sorpresiva al partido decisivo.

De cara a la batalla por la “orejona”, sus protagonistas cuentas con argumentos de sobra, tanto al ataque como a la defensa, con arqueros experimentados, el veterano suizo de 36 años Yann Sommer del lado negriazul y el consagrado italiano 10 años menor Gianluigi Donnarumma por los rojiazules, un futbolista que brilló anoche bajo los tres palos en el Parque de los Príncipes.

A la ofensiva, el PSG presenta a jugadores rápidos y habilidosos, marcados por su juventud, entre ellos los franceses Désiré Doué y Osumane Dembelé, quien cumple su mejor temporada con 33 goles y 12 asistencias en 45 partidos, y el georgiano Khvicha Kvaratskhelia, acompañados en el centro del campo por el español Fabián Ruiz y los portugueses Vitinha y João Neves.

El Inter de Milán depende al ataque de una dupla muy efectiva, integrada por el capitán argentino Lautaro Martínez y el francés Marcus Thuram, con una media cancha muy sólida y mucho recorrido, con figuras como el armenio Henrij Mjitarián (36 años), el turco Hakan Çalhanoğlu (31) y el italiano Nicolò Barella (28).

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