Dejo clara mi postura: la afiliación a la AfD y el trabajo policial son incompatibles, declaró Grech en una entrevista con el medio.

En su opinión, la participación activa en actividades de la AfD debería conllevar la inhabilitación para ejercer en la fuerza pública.

Grech explicó que, para él, dicha participación activa significa apoyar abiertamente al partido o ser nominado como candidato de Alternativa para Alemania a un gobierno local o al Bundestag (Parlamento alemán).

El 2 de mayo, los servicios de contraespionaje germanos clasificaron a la AfD como una organización de extrema derecha cuya ideología es incompatible con las libertades democráticas, pues según los postulados del partido, las autoridades tienen derecho a espiar a partidos, incluyendo la intervención de sus teléfonos.

Las actividades de la organización aún no están prohibidas, pues solo el Tribunal Constitucional Federal puede hacerlo.

De ser cancelada, la AfD se convertiría en el tercer partido en la historia de Alemania en ser prohibido (después del Partido Imperial Socialista, que unió a los antiguos nazis, en 1952, y el Partido Comunista de Alemania en 1956).

La AfD irrumpió en la escena política en abril de 2013, en medio de los problemas económicos de la eurozona y la crisis de la deuda en Grecia.

Durante mucho tiempo, el partido se centró principalmente en la agenda económica, pero a medida que la crisis migratoria en Alemania y la Unión Europea se agravaba, su popularidad comenzó a aumentar.

En Alemania, donde la AfD es considerada un partido populista de derecha, otras fuerzas políticas consideran imposible cooperar con ella en una coalición, tanto a nivel federal como regional.

Durante las elecciones anticipadas al Bundestag del 23 de febrero, la AfD quedó en segundo lugar por primera vez en su historia.

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