Así lo aseguró el ministro a cargo de la revitalización económica de Japón, Ryosei Akazawa, designado por el Ejecutivo como principal negociador arancelario de la nación asiática, quien conversó -por vía telefónica- con el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick.
Durante una conferencia de prensa, Akazawa declaró haber transmitido a Lutnick que Japón lamenta el nuevo arancel aduanal del 25 por ciento impuesto por el presidente norteamericano, Donald Trump, a los bienes importados de este territorio, una cifra mayor a la anunciada previamente.
También, ratificó que los representantes de Japón utilizarán los más diversos canales para negociar, en la medida de lo posible, un acuerdo de beneficio mutuo, antes de la entrada en vigor del nuevo decreto, el 1 de agosto.
El ministro japonés reconoció la dureza de su tarea, consistente en defender los intereses nacionales, y calificó de deplorables las demás medidas arancelarias de Estados Unidos.
Durante los últimos meses, Akazawa ha viajado a Washington en siete ocasiones con el propósito de negociar la eliminación de diversos aranceles impuestos por la Casa Blanca en perjuicio de la economía nipona, sin llegar a ningún acuerdo.
Trump comenzó a aplicar, desde principios de marzo, un arancel del 25 por ciento a todas las importaciones de acero y aluminio, que duplicó desde el 4 de junio.
Otro duro golpe a la economía nipona constituyó la puesta en práctica de una tarifa adicional del 25 por ciento a las importaciones de automóviles de compañías de Japón, un sector económico clave que acapara cerca del 30 por ciento de las exportaciones de este país a Estados Unidos.
El mandatario norteamericano anunció tal medida semanas después de decretar un nuevo impuesto del 25 por ciento a los automóviles fabricados fuera de su territorio nacional, por lo que la tasa para los vehículos importados de Japón se sumó a aquel gravamen.
Varios analistas coinciden en que la industria automotriz japonesa se encuentra contra las cuerdas.
La decisión de imponer un impuesto del 25 por ciento a las importaciones de Japón es vista como un golpe bajo a la economía de esta nación asiática, muy dependiente de sus exportaciones a Estados Unidos y con un gran número de compañías invirtiendo en ese país.
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