A esa conclusión llega en particular el comentarista deportivo Cristian Grosso en un análisis en el diario La Nación sobre los problemas que aquejan al balompié argentino, pese a tener una selección puntera en el ranking mundial y estrellas fulgurantes en ligas en el exterior.
Una evidencia de tal evaluación emanó del reciente Mundial de Clubes en el cual dos equipos históricos, Boca Juniors y River Plate, no pasaron de la primera fase; entre los dos jugaron seis partidos y tan solo ganaron uno con actuaciones que distan mucho de lo que un aficionado podía esperar.
Grosso hace la salvedad de que la selección argentina “transita una dimensión, ajena a la liga local”. Sus integrantes “surgieron acá, pero se desarrollaron allá”, sostiene e ilustra con los nombres de estrellas como Julián Álvarez, Enzo Fernández, MacAllister, Lisandro Martínez, Lionel Messi, Ángel De María, Thiago Almada y un largo etcétera.
“Solo hay que escucharlos cuando explican los cambios que debieron asumir para evolucionar y ser animadores de la elite. El fútbol argentino es una cantera inagotable… aunque defectuosa”, esgrime el comentarista.
El ensamble final de su cadena de producción –ahonda- termina en el exterior. Y esta es solo una de las razones que explican la devaluación de nuestros certámenes.
Entre los problemas que enumera el comentarista de La Nación están el tiempo neto de juego apenas “rasguña” la mitad del reglamentario; la cifra de jugadores que abandonó Argentina se incrementó 28 por ciento de 2020 a 2025 y más de 400 futbolistas formados en el país “fortalecieron las cinco ligas élites de Europa en las dos últimas décadas”.
Y añade: la mayoría de las economías de los clubes patean sus ruinas, las deslealtades en las canchas están al servicio del sálvese quien pueda, los múltiples formatos de campeonatos desconciertan y los arbitrajes levantan sospechas.
Además, en 2024 pasaron por Primera División 95 técnicos, en 2023 fueron 91, y en 2022 el año se devoró a otros 90 y en 2021 se cayeron 86… “Así es intolerable”. A eso se suman las protestas de jugadores y DTs que desagarran partidos y, también, el temor a perder.
Y en esa amalgama de elementos –refiere- hay demasiados clubes, 30, en los dos torneos principales, el de Apertura y Clausura, en los que se diluye la calidad.
Una tabla comparativa entre ocho ligas, incluida la de Estados Unidos que pudiera considerarse novicia entre las históricas, la competencia argentina figura en el último lugar en cuanto a efectividad en pases, pases largos, goles por partido, pases totales y en la precisión de los remates.
“El campeonato argentino espeja desde conductas refractarias hasta urgencias de aprendizaje. Un juego generalmente fatigoso, plano de creatividad, cubierto de interrupciones y asfixiado por absurdos organizativos”, concluye el editorial deportivo de La Nación.
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